UN HOMBRE SIN BIOGRAFÍA
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
¡Lo que son las cosas de la vida! Hace unos meses, con escasa excepción familiar, nadie conocía a José Alfredo Hernández Mayoral. De usted identificarlo, lo único que lo distinguía (si se puede llamar así) era ser hijo de Rafael Hernández Colón, persona que sin relevancia alguna para la historia patria, moró, pernoctó, vegetó y cobró en Fortaleza por algún tiempo perdido. José Alfredo no existía para Puerto Rico, porque como decimos en el Pepino, el pobre hombre no componía nada. Su trascendencia e impacto social, en este país que tanto necesita de liderato bueno, no era ninguna. Un tenista o golfista más del montón, en eterno juego de clase dominante pensando diariamente en qué cancha exclusiva jugará o en los chichoncitos verdes del campo de golf.
Si usted fuera su biógrafo, descubriría que es hijo de papi y mami, y que estudió, casó, procreó, arrastró las piernas y nada más. No hay constancia pública de una anécdota, evento, sacrificio, comentario, chiste, escrito, trofeo, placa, reconocimiento, pergamino, cinta dorada, laurel, corona, triunfo, aportación, idea, metida de pata o trifulca. Nada que usted no pueda decir en dos o tres oraciones. Bueno, no tan así. Nuestro narcisismo criollo es loco dando reconocimientos, por lo que podríamos encontrar algo por ahí, además de las noticias que surgieron cuando lo de la reválida y la revisión. Hasta ayer, era como cualquier hijo de vecino que no fuera candidato: un hombre bueno.
Pues fíjese lo que hace la publicidad. De buenas a primeras, aparece José Alfredo en nuestro hermoso ambiente político. Desde que lo divisé pensé "esa chaqueta quiere invierno". Mágica y repentinamente, se descubre al hombre más destacado de nuestra nación en el último escurre del siglo. No sólo eso, y según la prensa, el agraciado sibilino resulta ser sangre nueva, joven, superinteligente como ninguno, genio, educado, con una formación profesional de madre, locuaz, tribuno, capacitado para todo, trabajador, soñador, revolucionario, periodista, escritor, líder carismático, mamito y un montón de cosas más. Cualquiera se confunde con su magnificencia y prestancia y hasta puede llegar a creer que se está hablando de don Pedro Albizu Campos, Betances o de Diego. Como dice Martín, este hombre nació en tercera y cree que bateó un triple.
Ante tanta distinción, es necesaria la formulación de dos preguntas: ¿Dónde estaba este titán durante tantos años? y ¿Qué busca ahora? Este señor es abogado. Si es abogado, debemos presumir que abogaba, que hacía algún reclamo justiciero para alguien. ¿Quién era ese alguien? No lo sabemos. ¿Qué era lo que pedía para ese alguien? Tampoco lo sabemos. ¿Dónde estaba su oficina? Igual. ¿Cuál era su práctica? Más igual. Es posible que tan sólo sea licenciado, pero ni de eso podemos dar fe. ¿Qué sabemos? Pues por lo que no se dice (¡y cuidado que él quisiera que se dijera algo!) nunca abogó por nada ni nadie. De haber ocurrido, nadie se enteró tal vez por lo intrascendente de su reclamo. Nunca se comentó que defendiera una causa noble que no fueran las últimas que persiguió en desesperada carrera para montarse en el pon de casos simpáticos electoralmente. Tampoco se dijo que defendió una idea, un pajarito, una flor o a Moisés el manatí. Ni pensar que en su "curriculum vitae" se pueda encontrar una reseña de militancia en causas del pueblo. Su limbo e inexistencia lo excluían de formar parte de eso que ahora llamamos sociedad civil. No formó parte de grandes bufetes, ni el suyo relumbró por nada de nada. Debemos suponer, inclusive, que en la mercantilista práctica de su licenciatura (así como lo escribí) tampoco tuvo grandes clientes ni ingresos como los que la sociedad, en la cual caculea, le requiere y presume que tenga un espécimen de tal naturaleza. ¿Qué busca ahora? Me niego a pensar que de buenas a primeras descubrió a Romero el comisario y quiera venganza. Eso, sencillamente, no puede ser (a menos que el hombre sea un perfecto, redondo e inmenso despistado). Oiga amigo, Romero es el que le ganó a Papi, el de Maravilla, el que le volvió a ganar a Papi, el que caminó, durmió e hizo de todo donde usted y su familia antes lo hacían y donde luego lo volvieron a hacer. ¿Lo descubrió ahora?
Tiene que haber algo más. Sé que estudió en el Norte, se hizo hombre allá, y adquirió su formación profesional en ese país de cuatro estaciones con todo y nieve. Hay veces que los egresados hablan mal de sus universidades o es un embuste eso de los prestigios universitarios. Es posible que sienta que nuestro país le queda pequeño, o que no se acostumbra al trabajo mal remunerado de su práctica, y prefiera las candilejas, poses, clima y regodeo federal. Todo es posible, incluyendo la atracción por el salario de comisario de mentira con todo su podercito, chaqueta y rimbombancia. Eso lo digo porque, cuando Sila de Calcuta intentaba repartir el bacalao, supuestamente usted le dijo que no aceptaba ser candidato a un puesto en la legislatura de Puerta de Tierra porque le pagaban poco. Quizás, sencillamente, esté buscando trabajo bien remunerado donde sea, gane o no gane.
Así que usted no se preocupe si este fenómeno borincano no recibe el beneficio de una primaria incolora e insípida. Ya este señor ganó. De abogado sin prestancia pasó a superhombre, que en adelante, será consultado para lo que sea. La política de su papi, ya le tiene reservado un lugar de prominencia desde el que hará gestos de intelectual (profundísimo pensador) y repartirá el bacalao. De paso, con presea o sin ella, los contratos lloverán, las igualas engordarán, la fama lo hará flotar sobre el pueblo; no ya como el nene de papi, sino como un hombre que salió de la nada a resolver sus problemas personales y así porque sí, abundantemente, lo logró.
YA QUE PREGUNTAS
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
Mode, ya que preguntas, te cuento algunas cosas (solo las que he vivido), que tal vez te expliquen otras. Esto de la cafretización, lumpenización y relajo de la administración pública, no es criatura nueva. Por mi edad y recuerdo, no por estudio o asignación especial, sé‚ que el afán de ser fofo oficial e intrascendente formal, lo comenzó aquél, ahora opaco Muñoz, con todos sus escándalos de buscón de preeminencia y espacio en la historia. Cuando llegué por estas colindancias, ya su espina dorsal se había torcido con el viento que empujó la veleta de su cuerpo, encontrándose en franco quehacer de quemar velas, borrar huellas y demostrar nuevas lealtades con métodos bochornosos.
Luego le sucedió Sánchez. Este señor, aunque nos lo querían endilgar como ejemplo de pulcritud, hacía averías escandalosas. Sin el debido proceso de decencia, en Fortaleza realizó cambios morales que lo indujeron a perder el guiso. Siempre será recordado porque un 4 de julio, cuando le tocó decir lo que debía decir, dijo una pelota de disparate que lo marcó para siempre como antihistórico (palabra suya), sirviendo su dislate como carimbo eterno de su existencia. La deslealtad y bajunerías de estos modelos oficiales emplegostan de malas pasiones el alma colectiva. Por decir algo de él y como premio de consolación, lo llamaron "buen administrador".
Después de ese titán, llegó un riquito que no componía nada pero que tenía el pasatiempo de la política porque el dinero no le era suficiente para coger la jumeta de poder que quería. Ese intentó ser el sumo pontífice de la nadería institucional. Aquél Ferré que se las daba de culto por algunas notas musicales y comentarios soplados al oído por su especialista en arte, la única contribución real que hizo a este pueblo fue demostrarle que cualquier adinerado podía llegar a la gobernación y luego tener toda una ruta de San Juan hasta Ponce a su nombre con efigies mohosas como él. Ese honor se debe a que fue el que vendió la totalidad del cemento que se usó en la construcción del primer expreso que, por su visión quincallera, tenía peaje.
Creo que fue con ese hombre de cartón, de billetes largos y talento corto, que se dio el grito de ¡venga el chorro! provocando que cualquier egresado con diploma extranjero aspirara a ser una tragedia gubernamental. Imagínate, Fortaleza estuvo ocupada por el Gallito (también conocido por el Mamito). Sí, el Gallito, así como lo oyes. El Gallito tenía una cancioncita que decía algo así como "gallito que no se juye" y con esa profunda letra llegó a la gobernación. Era uno de los muchachos jóvenes de Muñoz, que junto a Arrarás, el del escándalo del Colegio, las planillas y tantos más, eran la promesa de la continuidad de aquél que no llegó ni siquiera a conato de patriota.
Al Gallito que usaba rojos pantalones campana y que gozaba exhibiendo narcisistamente su juventud y estampa tipo Peter Hance de la época, lo derrotó aquél otro que le decían El Caballo. Le decían así no por lo que él dice que se lo decían, sino porque en su torpe decir y hacer, el pueblo lo veía como tal. Sin que se colija que tengo preferencia por alguno (¡Dios me libre!) creo que este botó la bola de la insensibilidad, inmoralidad y desfachatez. Corriendo el riesgo de que crea que le estoy haciendo un homenaje, este artefacto de ser, fue el precursor del estilo del empuje como símbolo de valentía y razón. Empujó tanto que ordenó a unos cobardes de uniforme, guapos gatilleros de gangas oficiales, matar a dos criaturas indefensas para darse el banquete publicitario de anunciarlo en una actividad pública como su gran contribución al nuevo orden anexionista y quedar en la historia como el único revolucionario armado de la estadidad: guerrillero de pacotilla.
Como las cosas se repiten y no es cierto que los rayos no caen dos veces en el mismo lugar, regresó el Gallito que no se juye a querer hacer cosas para las que no tenía ni la convicción ni el coraje, ni la valentía ni la comprensión. Preocupado por su irrelevancia al final de su incumbencia, y como padre en agonía que reconoce al hijo abandonado, firmó lo que para él era una travesura y convirtió el español en idioma oficial. Ese atrevimiento le trajo al pobre hombre el mal rato de tener que recibir un premio en España donde pronunció un vehemente discurso pidiéndole perdón por su atrevimiento a los estadounidenses. Esa legislación también trajo como consecuencia que el comediante Luis Dávila Colón enloqueció de idioma, siendo el suyo el primero y único caso en el mundo.
El resto de la historia la conoces porque la has vivido. Apareció el médico de baile en capota, meneo de cintura e "insumo" de motora, canoa y deporte. Ese matarife de la expresión, patán oficial, vergüenza del pueblo, compendio de lo absurdo, burla al decoro y suma total de los demás, le robó la poca confianza que le quedaba a esta cansada isla. Más que la económica, su corrupción moral fue su legado para la historia.
Hijo, lo de Doña Sila está por venir. Ruego no tener que repetirte la misma historia. A pesar de ellos el país ha podido caminar porque esta tierra es madre de muchas mujeres y hombres de bien.
¡ABA!
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
Leí con especial avidez la resolución que emitiera el Tribunal Supremo de Puerto Rico en el caso de la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos en la que determinó no acreditar a la universidad, que es algo así como no darle permiso para existir. La resolución, como fundamento principal para justificar la no acreditación, en sus pobres y lacónicos 16 párrafos, hace mención obsesiva de la ABA en ocho ocasiones. Esto es, en un párrafo sí y en otro no. En buen castellano, ¡aba! quiere decir ¡cuidado! Como sospeché que el Supremo, que cita tanto en inglés, no se refería al ¡aba! nuestro, le pregunté a un inteligente y acaudalado colega graduado de universidad estadounidense (de esos que tanto le gustan a García Padilla, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico y a Martínez Moya) y me dijo que ABA no era otra cosa que American Bar Association. ¡Tremenda chulería! Para no quedarme inculto, busqué entre los trastes viejos de la ley y encontré la rémora del inciso 3 de la Ley número 17 de 10 de junio de 1939, sección 721, el cual sentencia que para ser admitido a la práctica de la profesión de abogado en Puerto Rico, obligatoriamente el candidato deberá: "Haberse recibido de abogado en una universidad aprobada por la American Bar Association y por la Corte Suprema de Puerto Rico; Disponiéndose, sin embargo, que cuando el aspirante se hubiere graduado de abogado en una universidad extranjera, se faculta a la Corte Suprema de Puerto Rico para que, en uso de su discreción, determine si dicha universidad cumple con el equivalente de los requisitos que se exigen de las universidades aprobadas por la American Bar Association, único caso en el cual se considerará suficiente el diploma así recibido;..."
Por haber recorrido un largo tramo en esta carrera de la vida y estar de regreso en algunos asuntos de la profesión, sé que las razones que se utilizaron para justificar la no acreditación no tienen que ver mucho con la ABA. Tan es así que al terminar de leer la resolución no pude evitar recordar aquél son de mi época que decía algo así como "Tanta vanidad, tanta hipocresía, si tu cuerpo después de muerto pertenece a la tumba fría..." No sé a quién se le ocurrió que el Supremo pudiera acreditar una universidad que lleva el nombre de Eugenio María de Hostos, no cuenta con dinero, le hace competencia al orden de universidadesestablecidas, enseña cosas que no se quieren escuchar, tiene entre sus profesores a una distinguida gente prohibida, no cuenta con alumnos egresados de universidades del Norte y no quiere que sus estudiantes formen parte de ese almacén de abogados que hacen trabajo secretarial en grandes bufetes sanjuaneros. Hay gente poderosa, no tan poderosa, fósiles intelectuales y maestros mílites de fama reducida, reaccionarios, católicos, profesores, decanos y ex‑decanos y todo un pelotón en Ponce y San Juan que se opone a su existencia.
El Supremo no está solo en esta cruzada. Cuenta con a láteres con pretensiones de cachendosería que le hacen coro en el caculeo social, de clase y de base, y que viven de la eterna añoranza de grandes y prestigiosas universidades estadounidenses y de repartir el bacalao en la educación jurídica en Puerto Rico. El Supremo, custodio oficial de este noble ministerio, procura y fomenta la exquisitez del título y por ello es exigente en sus requerimientos. El que no entienda que el glamour de la profesión necesita de caché institucional desde allá hasta acá, está irremediablemente perdido. Me parece escuchar el grito de "¡Basta ya!: es suficiente que se nos hayan colado dos universidades de dudosa estirpe en este selecto club y que nos tengamos que regodear con sus egresados revalidados. (Basta ya! ¡Bastante sufrió la Asociación de Esposas de Abogados con la maldita etiqueta en los bailes de asamblea en aquellos azarosos días de las acreditaciones de la Católica y la Interamericana! (Que no se repita más! (Se daña el combo, se agua la cosa, se relaja la profesión y se incrementa la competencia! ¡Que jamás se nos olvide la crematística y que vivan los derechos de todos... nosotros!
Dicen los que saben, que la vieja ABA no es tan importante nada. Tan solo es una institución privada de abogados estadounidenses con la que no quieren cuenta en muchos estados ya que no requieren sus evaluaciones ni acreditaciones para autorizar y reconocer sus facultades de derecho. Pero esa libertad de no querer la ABA se la toman allá donde reparten el bacalao, mientras algunos colegas se babean por pertenecer a ella y tomar parte en sus organismos directivos. Aquí se puede detener toda una ruta 66 pero no unas siglas de una oscura e inútil institución privada que por casualidad encontré en una resolución injusta y en un viejo libro de leyes. De paso, también me informaron que la ABITA, muy interesada en asuntos académicos, cobra la suma de veinticinco mil dólares por viaje, (gastos para traer a sus evaluadores con todos sus tennis, cepillos de diente, ropita de verano y chaquetas de nerds con codos reforzados) para que le diga a las facultades nuestras si sirven o no sirven, de acuerdo a ellos, que saben mucho y son blancos. También hay que pagarle hotel, comidas, bebidas, piscolabis y los consabidos etcéteras.
Para estas tontas entendederas no hay que ser abogado ni jactarse de gran caletre. Dejémonos de boberías e interpretemos la resolución emitida en forma adecuada: el Supremo y todo lo que representa, no quieren a Eugenio María de Hostos ni a la escuela post mortem que se ha empeñado en fundar. En palabras de Hostos, "La mayor parte de los errores que cometemos en la vida, proceden de la parcialidad de nuestro juicio." ¡aba!
EL INSÓLITO CASO DE LA BEBÉ A.M.Q.M.
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
Doña Ada y Don Ariel no están casados entre sí según el Código Civil, pero conviven felizmente hace más de quince años. Han procreado varios hijos de esa relación amorosa y como tenían amor de más, acogieron en su santo hogar a una diminuta niñita de otro vientre y otra sangre de 20 días de nacida. La cuidaron, alimentaron, abrigaron, protegieron, educaron, chiquitearon, mimaron e hicieron lo único que una pareja feliz como ellos puede hacer con una criaturita así: la amaron. A los 20 meses de nacida y con el derecho que creían tener por haberla cuidado, alimentado, abrigado, protegido, educado, chiquiteado, mimado y amado, solicitaron parir jurídicamente a la niña la cual ya caminaba, hablaba, besaba, reía, hacía viejitas, apretaba con ¡queriiidos! y les decía y conocía como, mamá y papá.
Como usted sabe, en los casos de adopción interviene el Estado. Es curioso que a esa criatura jurídica que debieron haberla declarado incapacitada hace mucho tiempo por su demencia y prodigalidad haciéndole nombramiento de tutor para que administrara sus asuntos, se le autorice a consentir en las adopciones, como si se tratara del supertubo. Ante la solicitud de Doña Ada y Don Ariel y para ser consistente con su curioso y alocado proceder en estas materias de sentido común, amores y familia, el Estado dijo esta genialidad: "que recomendaría favorablemente la adopción, por entender que el bienestar de la menor estaba garantizado por la relación afectiva con los peticionarios" pero que se oponía a la adopción porque estos no estaban casados entre sí. Donde digo digo no digo digo sino que digo Diego, porque no lo favorezco ni me opongo sino todo lo contrario y yo mando.
Ante tal ocurrencia, ¿qué hizo la Sala Superior que diariamente ve, escucha y entiende al pueblo, cuando así dijo el Estado? Decidió algo parecido a esto: No violaré el derecho a la intimidad de los adoptantes. La fuente del vientre de la adopción ya está rota y la criatura está afuera rebozante de felicidad junto a mamá y papá. Estado, lo importante es que usted concluyó que el bienestar de la nena está garantizado por la relación afectiva con Doña Ada y Don Ariel. Si eso es así, no importa que los padres adoptantes sean concubinos o tengan la rara bendición legal. Con ello no añadimos amor ni bienestar a la menor. El Tribunal toma conocimiento judicial de que Doña Maga dice que es política pública que los niños son primero y como los niños son primero a mí me importa la felicidad de la bebé por lo que se declara CON LUGAR la adopción. Reconociendo, atendiendo y entendiendo este hermoso parto jurídico, se ordena su inscripción.
¿Sabe usted lo que hizo el Estado, el mismo que pregona desde el saliente hasta el poniente que los niños son primero? Como si la decisión fuera un resultado adverso en una elección cerrada, salió corriendo y se fue a un tribunal de superior jerarquía buscando entendimiento, solidaridad o tal vez compasión. Allí delató el parto de la justicia. Con la seriedad hipócrita de un alegato de ocasión y con gran solemnidad planteó:"¡POR DIOS, NO ESTAN CASADOS! por lo que no pueden ser padres". La réplica de los apelados fue sencilla: "Es verdad, pero no importa. No violen nuestro derecho a la intimidad, no conviertan el amor en un mero concubinato casi delictivo, no discriminen contra nuestra libertad, condición o nacimiento y ¡esto no tiene nombre!"
No se asombre, pero el Tribunal de Circuito de Apelaciones y el Supremo, estuvieron de acuerdo con el Estado. Eso quiere decir que revocaron al Tribunal de Primera Instancia, Superior de Arecibo y dejaron a la bebé sin padres "legales". El único fundamento de la revocación fue que Doña Ada y Don Ariel no estaban casados entre sí. Alguien le tiene que explicar eso a la bebé.
Ellos que son blancos, saben mucho y se entienden, dicen que la ley establece que nadie podrá ser adoptado por más de una persona a menos que los adoptantes estuvieren casados entre sí. ¡Eureka! Para echarle sal a la herida, añadieron que esto no tiene nada que ver con el derecho a la intimidad ya que si el estado quiere que usted esté casado, eso no tiene nada que ver con usted, o sea, con el derecho a la intimidad (¿?). Realmente se nos hace difícil entender conceptos jurídicos tan elevados, intrincados e importantes. Nosotros somos más superficiales y entendemos mejor razones no tan profundas como lo son las razones del corazón. No obstante, nos queda una sensación de jeringonza jurídica con aderezos de malabarismo hermenéutico, cantinflesco, impráctico, maquinoso, insidioso, ortodoxo, positivista y manifiesto, lo que ello signifique.
Según la decisión final, la niñita no podrá ser adoptada por los que la criaron desde los 20 días de nacida, que son a los que ella quiere como padres y los que la quieren a ella como hija. No señor, el Estado y Pedro (el mismo que validó la relación Mónica‑Clinton y otras de dudosa moralidad y de quien desconozco si está casado "legalmente") con todo su Departamento de la Familia, prefiere que la niña no sea adoptada a tener que aceptar una estable relación amorosa distinta a la oficial. Si no te casas te cazo. Ese carpeteo del amor me espanta y esa doble moralidad, me abruma. No se deben poner precios tan altos a los antojos ejecutivos. Si la adopción es un hermoso parto legal, entonces la no adopción por consideraciones baladíes es un aborto del Estado que debe ser castigado severamente.
ACECHO
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
Desde que en este país se nos ocurrió cambiar educación por legislación, arte por deporte, teatro por parque de pelota, plaza por marquesina enrejada, libertad por control de acceso, inteligencia por músculo, políticos por bailarines, verdad por mentira, patriotismo por servilismo, modelo por pelotero, cortesía por brutalidad, dama por femenino, caballero por masculino, inteligencia por trampa, honor por deshonra, sensibilidad por grosería, manos por pies y dinga por mandinga, no pegamos una.
Sustituyendo lo primero por lo segundo, se ha pretendido convertir a esta tierra en un país de locos, lunáticos, enajenados, chiflados y atolondrados, casi obligándonos a creer lo que nadie en el mundo en su sano juicio podría creer. Para acabar con la droga y las armas en las escuelas, se instalan rótulos de "zona libre de armas y drogas". Si el mal es el del machismo y no atreviéndose a colocar rótulos de "zona libre de machos", hacen lo mismo, pero con legislación, no con educación. Aquí con leyes y publicidad se resuelve todo. Es por eso que desde 1988 tenemos la ley sobre hostigamiento sexual; la muy querida ley de violencia doméstica y para completar, la nueva ley de acecho. Con actitud circense, nuestros conatos de parlamentaristas agarraron la varita mágica de la ley para acabar con un mal endémico, histórico y de ñapa, bíblico. Así de fácil habrá paz y los nenes no perseguirán a las nenas y viceversa en la forma en que antes lo hacían. Los liliputienses legisladores, inducidos o presionados por sabe Dios qué temores, embarres y temblores, han convertido el asunto sexual en problema legal en que los policías, fiscales, jueces y carceleros se encargan de la solución de todos los hostigamientos, calentamientos, acechos y ramas anexas.
La ley del 1988 dice que el hostigamiento sexual consiste en el acercamiento sexual no deseado, requerimiento de favores sexuales y cualquier otra conducta verbal o física de naturaleza sexual. Si usted en alguna forma siente que está siendo hostigada(o), no limpie su honor ni se dé a respetar con una sonora bofetada ya que eso es anticuado, pasado, impráctico, ilegal y poco civilizado: demande al hostigador(a) y sáquele un buen dinero que con eso salvará su honra y podrá dormir tranquila(o). De paso, el hostigador siempre sentirá su rostro seguro y podrá contabilizar en billetes sus fracasados intentos libidinosos.
Para el 1989 y con la experiencia acumulada en este tipo de legislación, los muchachos y muchachas de Puerta de Tierra vuelven a la carga con una maravillosa pieza legislativa: la Ley de Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica. En esa se botaron. Ahí hay todo tipo de acción, actuación, remedio, pena, castigo, regaño, medida, lanzamiento, delito, aberración y perversidad, como si en su redacción hubieran utilizado a Clinton y al Marqués de Sade de consultores ad hoc.
Con toda esa abundante y productiva experiencia sexual-legislativa, los remendones señores se han disparado la última maroma: la "Ley Contra el Acecho en Puerto Rico". Esta belleza jurídica dice en su exposición de motivos lo siguiente: "El acecho constituye una actividad criminal compuesta de una serie de actos que al ser examinados individualmente pueden parecer un comportamiento legal: enviar flores, escribir cartas de amor y esperar por una persona fuera de su lugar de trabajo o de su casa: actos que de por sí no constituyen conducta criminal." Como nuestros creativos y honestos legisladores no creen en el plagio ni en nada parecido, ellos mismos, solitos, sin que nadie le dijera nada, en la misma exposición de motivos mencionada, utilizando estadísticas de los amos del norte, dicen que lo que pasa es que el presidente Clinton (a espaldas de Mónica), firmó una ley en el 1994 que "establece mecanismos para enfrentar los numerosos crímenes de violencia doméstica, sexuales, acecho, hostigamiento y persecución que afectan a mujeres de todas las razas (no faltaba más), condición social, étnica y económica en los Estados Unidos". Aquí, como los bravos legisladores son más geniales y listos que en cualquier lugar y por aquello de superar al gran jefe indio, copiaron su ley (y el Pediatra la firmó) pero a diferencia de allá, acá la hicieron trixesual ya que aplica a hombres, mujeres y otros derivados de éstos. Según la ley, desde el mes de agosto de 1999, en este país se castiga al que envía flores, escribe cartas y al que espera pacientemente a que su amada salga del trabajo para echarle una miradita. Como el legislador quería dejar constancia clara de su liderato, inteligencia y payasadas para la posteridad, se le ocurrió decir en el artículo tres de la ley, que para que exista el acecho el "patrón de conducta constante debe ser en forma interrumpida durante un período de tiempo que no sea menor de quince minutos."
Así que si usted no quiere ser culpable de acecho cómprese una alarma que suene bien fuerte a los catorce minutos y cincuenta y nueve segundos de estar embobado mirando a su encanto. Alarma sonando, mirada cambiando y acecho acabando.
Como a los políticos les agradan estos embelecos legislativos, ya los verá ante los magistrados, trémulos de emoción, como Magdalenas inocentes y sin pizca de vergüenza, buscando órdenes de protección para evitar que sus críticos y adversarios los acechen, con o sin miradas. Y que Dios nos coja confesados.
UNA CANALLADA
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
Desde que el abusador éste llegó al barrio a la mala, a son de tiros, cañonazos, ultrajes, vilipendios, tratados ilegales, inútiles e inmorales, mollereo y sinrazón, puso su ojo de sátiro sobre la Nena como vaquero ebrio del viejo oeste americano a rubia viuda cantinera. Dicen que es característica de estos tipos demostrar su poder y genitalia en la forma más grotesca y troglodita posible. Otros entendidos en tan intrincados asuntos, afirman que esa dramática manifestación morbosa de testiculaje enardecido no es otra cosa que la solapada intención de ocultar debilidades instintivas y privados, congénitos y delicados manerismos libidinosos. Son expresiones de dudosa masculinidad que lejos de sumarle a ésta le restan, que lejos de decir desdicen, como aquella de Pedro cuando en ridiculez sin par, increpó en televisión al periodista Danilo Arbilla, presidente de la SIP, acercándosele temerariamente mientras le increpaba, tuteaba, señalaba y casi se le trepaba, como si tal actuación fuera vital para salvarle uno que otro ensortijado pelo, logrando lo opuesto a lo deseado cuando un gallo y pluma le salieron. En bravos como éstos siempre hay incrustada una horrible confusión genética, inseguridad de tamaños y conflictos con mami y papi, pero eso es harina de otro costal que discutiremos en ocasión oportuna.
Pues piense en la totalidad de cosas que he dicho del bárbaro granuja y patán y descubrirá a un pelele ansioso por demostrarle a la Nena sus bríos, malas intenciones, desviaciones y apetencias deshonestas y bajunas. Fue por eso que no había pasado mucho tiempo desde que llegó, cuando comenzó a hacerle ordinarios acercamientos con ribetes de machote de barra de mala muerte. Como siempre ocurre en estos casos, la hermosa Nena, que además de belleza tenía buen gusto, pudor, sensibilidad e inteligencia, no le hizo caso, hiriendo de paso su antinómico orgullo de cobarde machote. Su desprecio y desaire fue tajante: la Nena no se relaciona con putrefactos especímenes de probados apetitos coprofágicos y serios problemas de identidad. ¡Bien de la Nena!, pero malo para la Nena porque los seres sin talante, honor y gallardía, entienden que no se les puede rechazar porque al así sentirlo actúan como los borrachos de película cuando la dama le dice que no a sus descabelladas pretensiones amorosas.
Y así fue como ocurrieron las cosas, señora. Despreciar el orgullo y soberbia del que no mereciendo nada cree merecerlo todo por tener el sartén agarrado por el mango a la fuerza, tiene un alto precio. Fue por eso y por lo otro, por lo primero que dije de debilidades, manerismos y desviaciones, que después del fisgoneo morboso que día a día acostumbraba a hacer, tipo ayudante ejecutivo de alcalde pepiniano, un mal día veló a la Nena mientras felizmente reposaba en su charca grande de aguas de retozantes azules (único lugar donde la podía encontrar porque allí vivía) y con toda la perversidad y cobardía que tan sólo tienen los seres abyectos como estos traicioneros violadores consuetudinarios, mediando fuerza y además de fuerza, maquinaciones insidiosas, intentó violarla bajo el rabioso sol tropical, brisas salitres y el rubor y coraje de altos cocoteros, que rabiando se agitaron despeinando su rostro de ramas mientras intentaban ayudarla, reventando en agua de coraje ante los gritos desesperados de la Nena que tenazmente luchaba por su honor.
No-conforme con su acto vil y cobarde y para demostrarle hasta dónde llegaba su temeridad, falta de honor, brutalidad, irracionalidad, barbarie, y para intentar consumar sus asquerosos y bajunos deseos, como sátiro al acecho, se quedó a vivir en sus tierras y mares en contubernio con jefes, alzacolas, alicates, proxenetas, gobernadores y comisarios residentes.
Pero el tiempo que siempre pasa, en esta historia también pasó y un día la Nena se liberó de aquella pesadilla que por tanto tiempo la acosó, agobió y fastidió. Liberada del yugo embrutecedor, volvió a su faz refulgente la alegría y belleza casi mancillada. Con gracia caribeña, retomó los deseos de vivir con la esperanza nueva que tiene el que siente que la vida le ha dado otra oportunidad quitándole de encima la cruz del dolor.
Y escuche esto: Por ahí andan diciendo que el desequilibrado canalla, después de que la Nena se zafó de sus garras, quiere reunirse con ella para discutir la reanudación de sus fechorías y malas andanzas. Nada más a un enajenado mental se le ocurriría tal barbaridad. Aunque mucho más grave, es como si el ladrón que entró a su hogar y se robó de todo un poco, lo invitara a una reunión a ver si usted se pone de acuerdo con él sobre la fecha y hora en que volverá a robar y de paso, discutir la devolución de alguna mercancía robada. ¿Existirá en este bendito planeta alguien que esté dispuesto a negociar lo que sin negocio le pertenece? La verdad es que hay que ser bien fuerza de cara y caripelado, pero cosas veredes, amigo, cosas veredes.
Ni el honor ni la Isla Nena se negocian como tampoco se negocian las hijas nenas del que pretenda negociarlas. ¡Dios nos libre! ¡Que el violador se confiese y se ajuste a buen vivir! Si es que en verdad le va en juego la vida por una islita como la nuestra, invéntese una lo más lejos posible de nuestros mares, allá en el mismo U.S.. Y después de rehabilitar la Nena y de rodillas pedir perdón, tal vez... Vieques le dé el perdón.
LOS MISMOS
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
En 1973, La Real Academia Española, según Fernando Lázaro Carreter, decía: “Conviene llamar la atención sobre el empleo abusivo que la prosa administrativa, periodística, publicitaria, forense y algunas veces la prosa técnica hacen hoy del anafórico el mismo, la misma, por considerarlo acaso forma explícita y elegante. Pero no pasa de vulgar y mediocre, y cualquiera otra solución: pronombre personal, posesivo, etc., es preferible: Fue registrado el coche y sus ocupantes (no: los ocupantes del mismo); La fecha es ilegible, pero se lee claramente su firma debajo de ella (no: debajo de la misma).
Con todas las advertencias, rótulos de no pase, pare, deténgase y llamadas a la atención que hizo la Real Academia y Fernando Lázaro Carreter en el ABC, enloquecimos con la utilización indiscriminada de los mismos, las mismas, el mismo y la misma. A decir verdad, y para que nadie me apalee ni confronte con mis errores idiomáticos (que son muchos), era loco con los mismos. Llegué a creer en su corrección y cachendosería. La expresión es de uso común en los tribunales, lugar donde cada día se vive la pasión de desentendernos más y se abusa y maltrata el idioma como si fuera eterno. La fricción que producen sus partes por su uso incorrecto, nos va a derretir y desgastar la palabra a tal grado que terminaremos haciéndonos señales. No quiero imaginarme acusaciones por movimientos del cuerpo y causas de acción por gestos y mímicas.
No bien llegaba al tribunal, sentía una ansiedad y deseos irresistibles de espetar un mismo a la primera provocación. Apuñalé la expresión con muchos mismos mal usados. Pasado el tiempo y miles de mismos, temeroso y aterrado del juicio del tiempo, confieso públicamente mis crímenes y actos vandálicos contra la lengua. Juro que no había mala intención. No sabía que la misma o el mismo no eran pronombres o sustitutos del posesivo. Así lo dice Lázaro. No lo sabía porque nadie me lo dijo y si alguien lo dijo no lo entendí o lo olvidé. Creo que los que lo podían decir estaban en lo mismo, por lo que no pudieron hablarme de los mismos.
Pero como dicen los que muchas veces han fracasado o necesitan de un perdón por aquí o por allá, de aquello o de esto, “nunca es tarde”. Desde hace unos meses, tengo el empeño de desterrar de mi vida los mismos y las mismas en plural y singular, en femenino o masculino. Sé que los lectores estarán pensando qué rayos les importa mis mismos. No les importa, pero tengo que sacarme este mal que me agobia y que llevo conmigo (creo que así lo decía una vieja canción). Como terapia del alma confieso: he desarrollado una obsesión con el asunto, que no puedo leer nada si no es contando, subrayando y marcando los mismos a tal grado que no entiendo lo que leo, pero sé exactamente la cantidad de mismos utilizados en lo que leo. Por más que trato de evitarlo, mis anotaciones y glosas son cuatro rayitas verticales y una en diagonal y los apuntes marginales parecen listas de bolita, aunque a lo que se refieren es al anormal conteo.
Subrayo periódicos, revistas y todo escrito que cae en mis manos. Hasta tengo un proyecto estadístico con el asunto. He calculado medianas, promedios, desviaciones estándar, modas, límites y otras cursilerías matemáticas de la repetición. Por ejemplo, he notado que los legisladores son locos con los mismos. En las últimas avanzadas que recibí del Servicio Legislativo, había unos 83 mismos en 92 leyes aprobadas del 15 de agosto a 9 de septiembre de 2003. Como cité anteriormente, para la Real Academia, el uso de los mismos y sus derivados es vulgar y mediocre, pero aquí no nos hemos enterado, aunque sé que después de enterarnos, negaremos a los pobres mismos y los criminalizaremos, como hacemos con todo lo que una vez usamos y luego botamos como papel amarillo de libreta de apuntes.
Pues, como les decía, a los legisladores le encantan los mismos. Los entiendo. No tienen mucho que aportar y tienen poco que lucir y casi todos son los mismos. Pero... (y esto lo digo en voz baja) a los jueces del Supremo, a unos más y a otros menos, les gustan también. De las decisiones del Supremo también tengo mis apuntes estadísticos. Por ejemplo, en las del año 2003, comenzaron con una opinión de seis mismos, luego siguieron con dos de diez, bajaron a una de dos, subieron a 19 y continuaron subiendo y bajando en la inmisericorde mismería, cayendo bajo su maligno y contagioso embrujo. Hay una decisión de 33 mismos y otra que tiene cuatro mismos en una sola oración. Esa es de concurso o marca mundial. En Ricardo Nazario Acosta et al v. Estado Libre Asociado de Puerto Rico, 2003 T.S.P.R. 116, un caso de 17 mismos, se dice en una sola oración: “Independientemente de que la misma fuese efectiva el 31 de mayo o del hecho de que la misma nunca fue aceptada, la realidad sigue siendo la misma”.
Hay desaforos con muchos mismos y hasta hay uno que tan solo tiene uno. Hay opiniones disidentes donde abundan los mismos y otras donde casi no se usan. Hay un in re con un mismo y otro con 17. Entre ellos hay muchos con cantidades variadas. Podemos ver opiniones disidentes que apenas usan mismos y otras que abusan de ellos. Hay casos de menores y recursos gubernativos con muy pocos mismos y otros con muchos. La pluma femenina, afortunadamente, nunca, o casi nunca, usa mismos.
Como parte del lunático estudio, puedo concluir que donde más abunda el mismo es en los casos de naturaleza penal. Aún no le he encontrado explicación, pero estoy en eso. A modo de ejemplo, en Pueblo de Puerto Rico v. Aris S. Santiago Pérez, 2003 T.S.P.R. 161, se utilizaron 35 mismos para casi acabar con la garantía constitucional contra la doble exposición. En Pueblo v. Arzuaga Rivera, 2003 T.S.P.R. 157, con tan solo diez mismos se cambió todo el entendimiento tradicional de la Regla 6 de Procedimiento Criminal.
Nadie está libre de uno u otro mismo, pero, ¡por Dios!, debemos evitarlos. Lo debemos hacer por nosotros mismos. Al fin y al cabo, todos somos los mismos.
AMAMANTAR
Por: Ramón Edwin Colón Pratts
Un caluroso día cualquiera, una joven madre entró a un establecimiento comercial extranjero en San Juan. Llevaba a su hermoso bebé en coche o en canastilla de material artificial, debidamente ataviado con pañalito desechable. Ya a los niños no se les aúpa ni se les carga directamente en los brazos, ni se le ponen culeritos de tela. Ahora se usan pañales deshechables y plásticos, que recatadamente guardan heces por dentro mientras por fuera lucen limpios, como las chaquetas que cubren a los políticos y ejecutivos corruptos. El niño lloró de hambre y la madre, solícita y amorosa, como era de esperarse, se dispuso a amamantarlo. Alguien con funcionamiento mental defectuoso le pidió que no lo hiciera allí, que tenía que salir de la tienda para alimentar a su niño. No sé si la joven madre estaba acompañada de su esposo o padre de la criaturita, o si estaba sola, ni en la forma en que ocurrió el evento. Lo cierto es que, la prohibición de amamantar, evidentemente, la ofendió y humilló. Como aquí no nos quedamos con nada de nadie y los noticiarios son diligentísimos en apretar el botón de los resortes de la noticia conmovedora y fácil, se formó el "revolú" de rigor y el "sálvese el que pueda" que producen nuestros medios (no completos) de comunicación.
Todo ocurrió en un comercio de Plaza las Américas, propiedad de la familia Fonalleda, dueños también de Las Tres Monjitas, empresa procesadora y distribuidora de la leche que alimenta a gran parte del área metropolitana y que colinda con Plaza.
Escuché la noticia, y con el prejuicio imperdonable que le tengo a los establecimientos extranjeros, instantáneamente se me pegó el vellón y una vez más execré el sistema colonial y a la incomprensión de nuestra cultura, costumbres y tradiciones.
Al otro día, se repetía la noticia con nuevos accesorios, piquetes y adornos. La sufrida madre no había sido botada por segunda ocasión del lugar, pero con más pasión, aunque no necesariamente con más razón, como locos, todos hablaban y escribían del incidente original. Sospeché que el asunto iba para largo y con amargura, medio presagié el final. Ya para el tercer día había investigaciones legislativas, piquetes, boicot, protestas, solicitudes de renuncias, amenazas, ejecuciones y conatos de adjudicación de responsabilidades. Los más despojados de gracia, los legisladores, siempre en poses de pensativos payasos insípidos, y para darle colorido al asunto con sus grandes zapatos en colores, metieron los pies en el lío. Con todas las fanfarrias que logran sus agentes de prensa, se presentaron con su cromática humanidad al lugar de los hechos. Todos estos clones dijeron que habían visitado la tienda en alguna ocasión. A menos que fueran a amamantar, me muero por saber a qué fueron al lugar. Allí estaba la Comisión de Bienestar Social de la Cámara de Representantes presidida por una señora llamada Lydia Méndez (que aparece artificialmente consternada en una foto), funcionarios de los departamentos de Salud, de Familia y Cámara de Comercio. También dijeron presente la primera dama (juro que nunca he entendido ese embeleco) María Elena González (quien dijo que amamantaba), Albita Rivera, Iris Miriam Ruiz y los varoncitos Aníbal Vega Borges y Luis "Junior" Pérez. Junto a ellos, la madre que antes habló y un abogado que ahora, en la investigación, le ordenaba que callara.
Cansado y curado de espantos, escuché con cierto escepticismo la noticia y convocatoria a protestas e investigaciones. Aún cuando era una triste y magnífica historia contemporánea de dramáticos ribetes maternalistas, humanistas y feministas, me pareció que a alguien se le estaba yendo la mano en el asunto. Para ese entonces, ya el evento superaba en publicidad la pasional e irracional discusión pública del artículo 103 del Código Penal.
Aún con el entremetimiento y pon forzado de todos los funcionarios gubernamentales, legisladores y abogados, la causa era simpática, de orden superior y reverencial. Por más perdidos que estemos en la nadería, no puede haber un ser que no se conmueva ante una madre lactando a su bebé, que a todos evoca a nuestra dulce, pobre y santa Madona de antaño que no compraba en Plaza.
Pero como se nos ha pegado de los estadounidenses ese raro encanto para desencantar, ayer escuché que la joven madona despedida de la tienda, madre vilipendiada y vejada, presentó demanda contra el establecimiento comercial que vende boberías y que vilmente le faltó a la naturaleza y a la sublime gracia de ser madre. La suma reclamada: un millón y medio de dólares. Esa cantidad representa los sufrimientos, angustias, daños por violación a derechos constitucionales y otras menudencias entre las que se incluyen costas, y claro está, honorarios de abogado.
Que nadie dude: la madre tiene derecho a demandar y a recobrar del que le causó daños. No se trata de derechos. Se trata de esas otras cosas del alma que todos sabemos pero que no tengo forma de explicarlas. No por falta de espacio, es que en esas entendederas, mis limitaciones abundan, y las confieso. Pluma y neuronas se resisten y la verbalización es imposible.
Cuando convertimos las causas en casos, muchas veces, defraudados en nuestra buena fe, comenzamos a darle la razón al que originalmente se la quitamos. Joven madonna: no le pido que me devuelva mi pena, pero por favor, no la use en su caso.Ramón Edwin Colón PrattsGRACIAS MORALES
La Comisión Estatal de Elecciones (debería ser la Comisión Nacional de Elecciones), está a punto de encetar un nuevo presidente. No sabía quién era el señor Aurelio Gracia Morales. Lo único que conocía era que actuaba como juez. Ser juez puertorriqueño, en tribunales de Puerto Rico, tiene sus curiosas peculiaridades. La más significativa es, que una vez nombrado y confirmado, los que lo nombran y lo confirman, quieren que el nominado y confirmado, olvide a la cañona todo su pasado político y se convierta en una cosa sin partido, sin convicciones y sin opiniones, y que se descorazonen escuchando parlotear de política a sus parientes, vecinos, amigos y enemigos. Los jueces no pueden recordar sus inclinaciones políticas, ni por quién votaron la última vez, ni a quién le hablaron para que le ayudara en el nombramiento y confirmación, ni qué trabajo realizaban antes de ser nombrados (si era un trabajo político) ni nada de eso que los jefes de la justicia y sus cánones, hipócritamente hacen ver como cosa prohibida y fea. Tal pretensión es una falta de respeto a la dignidad de cualquier hombre de bien. La política nos pica tanto, que hasta en un insípido pleito de pared medianera, y tal vez por mediocridad, morbosamente vemos su fantasma afectando sentencias, órdenes y decisiones. Eso, por decir poco, es mezquino. Los que así sienten, deben ir pensando en poner la justicia en manos de ordenadoras que despachen decisiones a través de apretones de desapasionadas y "jinchas" teclas de "ejecutar".
Amnesia política instantánea es una pretensión estúpida en un país que chorrea política por todos los poros, desde el saliente hasta el poniente, desde arriba hasta abajo, desde antes hasta después. Aquí, en toda idea, concepto o pasión, sale a relucir la bendita política nuestra de cada día. Eso no es malo y no hay que criminalizarlo ni estigmatizarlo. Además, se presta para antojos y discrímenes: pregúntele a Zaida Hernández Torres. Hay cosas verdaderamente malas, pero que con algún disfraz de honestidad, pasan desapercibidas. Eso ocurre, cuando algunos de los que no hablan, ni dicen ni sienten de política (por un nombramiento de última hora), por puro agradecimiento se sienten partes del ejecutivo que los nombró y sigilosamente le hacen el juego alegando de umbral, una exquisita independencia de criterio. Todo el mundo sabe lo que pasa, pero ellos, que se mantienen callados, se sienten orgullosos y satisfechos de su silencio político, pensando de paso, que engañan a los que por obligación, no podemos comentar.
Pues, el Honorable Aurelio Gracia Morales, cometió un terrible error que le puede costar hasta el enojo de tipos como Jorgito Castro: el muy honesto se atrevió a no mentir y dijo que era simpatizante del Partido Popular Democrático o algo por el estilo, pero que quiere decir lo mismo. Hasta el juez presidente, ex-presidente de campaña del P.P.D., lo criticó y dijo esas sabias, profundas y conmovedoras palabras: "si yo hubiese sido él, no decía lo que dijo", o sea, hacía buche.
Si fuera a entrevistarlo, para evaluar su capacidad para ocupar el puesto, no le formulaba ninguna pregunta. Bastaría que me repitiera lo que dijo, no por lo que lo dijo, sino por el significado de lo que dijo. La principal característica que se debe buscar en el Presidente de la Comisión Estatal de Elecciones es la honradez. ¿No cree usted que este hombre, que cómodamente pudo ocultar lo que todo el que lo conoce debe saber, demostró el más preciado don para el puesto a que fue seleccionado? Si se mordía la lengua y no decía la verdad, ¿cómo iba a mirar a su familia, amigos, conocidos, dolientes y comisionados de todos los colores? ¿Cómo comenzar con una mentira en un ministerio de verdad? ¿Cómo vivir la honradez actuando deshonestamente?
Algunos fariseos de último cuño, sacaron a galope su larga y viperina lengua para decir que, por su cándida aseveración, se había descalificado. Este país no puede estar tan enajenado. Una cosa es gritar por la pava y ondear banderitas como Fajardo y Toledo, y otra es tener vergüenza de saque. Cuando loescuché, creí que la gente decente lo aclamaría y lo idolatraría. ¿No le parece que decir la verdad política en Puerto Rico, es colocarse siempre entre dos enemigos? A este hombre valiente no le importó. Soy lo que soy y que se reviente el que no se quiera hacer el favor de tenerme. Por lo que dijo, no tengo dudas que sus dictámenes, votaciones, comentarios y actuaciones, serán como las que hasta ahora ha emitido como juez: pensando y sintiendo como popular, pero decidiendocorrectamente, no por ser popular, penepé o independentista, sino por, sencillamente, tener vergüenza. No lo conozco personalmente, pero he recorrido un largo tramo por los trillos, callejones y avenidas del derecho de este país para, sin ningún empacho, afirmar que creo m s en los que dicen lo que sienten y se respetan, que en el que quiere complacer a los Luis Dávila y sus papagayos. Al fin y al cabo, ¿qué bobería es esa de nombrarlo como es y cuestionarlo por serlo?
¿Sabe usted lo que debe significar para nosotros los mortales, que los comisionados electorales de los tres partidos se pusieran de acuerdo para seleccionar un presidente? Definitivamente el hombre tiene que ser un titán de la pradera. ¿No le parece que eso es lo más grande y hermoso que ha pasado en este país desde que se inventaron los días feriados? No soy de su partido, pero desde ahora, tiene mi respeto. Y a los que los prefieren neutrales, que los busquen en la palanca de una transmisión mecánica. Esa no vota, no habla, ni siente, ni padece... ni decide, ni tiene corazón.Ramón Edwin Colón Pratts
HUIDA
No quiero establecer rayas o distancias, pero de entrada, no conozco al lic. Ferdinand Mercado. No tiro rayas ni establezco distancias porque siempre he creído que en este ultrajado mundo, somos más iguales que lo desiguales que se imagina doña Sila que somos. No soy del partido del licenciado (soy un independentista que no cree en autoproclamados mesías, que a la vista de los que creen, es no serlo) y nunca fue mi candidato a nada. No puedo tener un candidato que no conozco y con el que ni tan siquiera comparto ideología política. Ya lo indiqué en otro artículo titulado Marcado. Pero en ocasiones hay que aclarar lo que está claro porque hay una estiba de desentendidos intencionales, idiócios y embelequeros de encargo, que llegan a conclusiones al revés por darse el gustazo de ejercer el antiarte de la demagogia. Son los malos hojalateros de la moral que con bondo, relleno y pintura, pretenden tapar el moho y lacras de sus prejuicios.
Fui a deponer a las vistas de confirmación del lic. Mercado, no para oponerme ni para avalarlo. Tan solo fui a decirle a los que se oponían, lo que previamente había escrito y publicado, y de paso, para mirar a la cara a tanto farsante y comprobar que es cierto: hay muchos en el mismo lugar. Para burlar a los maquillados de la política, señores serios de embuste, cofrades de tumba legislativa de mármol, le añadí unas cuantas cosas más, no para decir cosas distintas, sino para enfatizar las previamente dichas.
Resumo: dije que a los que se oponían le importaba tres pitos el activismo político del nominado, que se trataba de un asunto de blanquitería y prejuicios de los que, en su fuero interior, se creen aristócratas del intelecto, incluyendo a los que cogen pon con ellos. Hablé de los egresados de universidades extranjeras, de apellidos, de los adinerados y pálidos y de los de poses de intelectual de cartón y glorias de plástico como Rafael Hernández y su progenie y dos o tres más de su club de privilegiados egocéntricos y megalómanos. Por supuesto, incluyo a independentistas. Los otros se incluyen por definición.
Como antes dije, somos mucho más iguales que lo que doña Sila quisiera. Pero lo que se dijo ya no importa, porque a Mercado, las dos personas que todos conocen, uno de los cuales no tuvo la hombría de hablar, y desesperados por ver su clase en peligro, se jugaron la última carta: la del despecho y odio. Desde que iba los Jueves Santos a ver Vida, pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo en el cine Mislán de mi pueblo, no había visto acto más bárbaro de desamor, venganza y revancha. Una ex-esposa que amola el puñal del rencor por más de veinte años para ejecutar al hombre al que una vez le juró amor eterno en el momento en que éste lograba su mayor sueño y el que tal vez compartió con ella en sus días de ilusión. Si había verdad en lo afirmado, ¿por qué no lo dijo antes? ¿Qué fue lo que la motivó a esperar por tantos años? ¿Qué acomodo moral del tiempo es ese? ¿Es que acaso no se convierte en mentira una verdad a destiempo, pasada, de desquite, embadurnada de raras pasiones? Después vino el remate y la oportunidad de la gobernadora de separarse de todo aquello que le traía problemas a ella y al partido. Al partido que le ha producido tanto dinero, caculeo social y gloria artificial. Algunos tienen una inclinación congénita y morbosa de aplastar (en mi pueblo decimos "espacharrar") la cucaracha, no conformándose con el asesinato y la humillación. Para evitar una resucitación, había que arrastrar el cadáver por las calles del pueblo.
Y Sila poco amiga, para su beneficio, ordenó una investigación del pasado, del pasado incierto, apagado, opaco, remoto, lejano, de los recuerdos, de la imaginación. Y, ¿qué reveló la investigación? Pues que pudo haber sido pero que tal vez no, que pasó pero no pasó, que tal vez sí o no, o podría ser probable y que no hay nada que hacer, que nunca hubo nada que hacer y que todos son unos truhanes que pretenden tomarle el pelo al pueblo como si fuéramos tan malvados como ellos. Eso sí: la investigación, independientemente de quién guiara aquél vehículo de la noche triste, reveló que su conductor no fue responsable de los hechos, pero que en el accidente había dos hijos de dos abogados, uno de los cuales sí pudo ser responsable, pero que nunca fue acusado ni procesado.
Aún siendo cierto lo alegado por el pelotón ad hoc, quedan dudas irremediables: Un joven de apenas 18 años invitado a ingerir licor por un hombre de 28, hecho y derecho y que estudiaba derecho. Fiestearon y bebieron. En el momento de conducir, curiosamente, el hombre mayor que estudiaba derecho, le pasa la llave al más cándido o menos ebrio. Otro los impacta y el conductor joven que no estudiaba derecho sale del auto, por desesperación, por miedo, por seguridad, o a pedir ayuda. Luego se entera de la muerte de su amigo mayor estudiante de derecho y un abogado le dice que se acoja a su derecho a no participar en una rueda de detenidos.
Ahí terminó todo. Pero, de haber sido cierta la huida, no puedo evitar preguntarme, ¿cuántos de los que lo fueron a flagelar y en súplica morbosa pidieron su cabeza, no lo hubieran hecho? ¿Acaso Rafael, Aníbal y sus aláteres de ocasión son tan bravitos, serios y responsables? ¿De dónde acá? Si de huir de la responsabilidad se trata, estoy seguro que ellos hubieran corrido por no poder volar. Su vida ha sido eso, correr y huir para evitar responsabilidades. ¿Cómo osan entonces, con mano monga, tirar la primera piedra?Ramón Edwin Colón Pratts
MARCADO
Por aquello de cultivar esta irresistible tendencia y vocación de estar en minoría, es necesario terciar en el tema del nombramiento de Ferdinand Mercado para presidir el Tribunal Supremo. La señora Calderón, hizo lo que los demás gobernadores hicieron antes. Eso no quiere decir que repetir acciones pasadas, esté bien. No. No se repiten viejos errores. Pero vengo con bastón, cojeando de regreso de muchos caminos, y traigo a cuestas una barba blanca que me quita inocencia y en algo me obliga a reflexionar. Aclaro de entrada: no tengo candidato ni soy de su partido.
Desde que el nombre de Mercado comenzó a ser mencionado parael Supremo, me imaginé el barullo que se formaría y entre quiénes se formaría. Cuando se dijo que, de ser nombrado, sería para presidir el Tribunal, entonces recurrí al método largo de la señal de la cruz y pensé en el jaleo y la conmoción.
En este país nuestro de cada día se vive en un espectáculo de luces y colores donde recíprocamente y con falsas poses de seriedad, todo el mundo se coge de bobo recíprocamente y se repiten y adopta las razones ajenas sin pensar en sus verdaderos fundamentos. Cuando escuché su nombre, pensé en su extracción y origen académico y no se me hizo difícil saber lo que la crítica de la intelectualidad cosmetológica argumentaría: no está capacitado, no tiene experiencia, y de ñapa, es político. Es ahí donde la blancura de la barba me hace reaccionar. (¿Que es político? ) Es que se olvidaron de Fúster, Corrada, Rivera, Andreu y Hernández? ) Dónde se obtiene la experiencia para ser juez presidente? No se trata de eso. Se trata de otras cosas que no se dicen porque aquí todo el mundo quiere vivir en la hipocresía del caché, del espectáculo y de la falsedad. Los opositores se dividen en dos: los elitistas que lo critican y los que se copian de éstos. Los primeros tienen discrímenes ocultos, que no se atreven a decir. Los segundos defienden sus razones con recalentados argumentos de segunda mano, carentes de originalidad e imaginación.
Las críticas fundamentalmente se originan en los partidos de oposición. Así tradicionalmente lo han hecho cada vez que un gobernador nombra a un juez del Supremo. A la "soltá", se dispara de la vaqueta y se dice que el candidato no está cualificado, que no tiene experiencia, que está muy identificado con la política. Pero, curiosamente, aquí ha pasado algo distinto a los otros nombramientos. Algo raro hay cuando, ante la inminencia del nombramiento, la elite de la oposición política ha transado para que el designado sea Hernández Denton, actual Juez Asociado del Tribunal Supremo. A este juez, nombrado por Hernández Colón, también le cayeron encima porque estaba identificado con el partido en el poder y no tenía experiencia ni conocimientos. Algunos fueron tan canallas que, en aquél entonces, cuestionaron su capacidad argumentando que había fracasado en su primer exámen de reválida, como si revalidar tuviera algo que ver con la justicia. El que antes fue criticado, ahora sospechosamente resulta ser el favorito de sus anteriores detractores. De paso, creo que ha sido un magnífico juez, hecho que nadie cuestiona.
¿Cómo se explica que los críticos de aquél impuesto nombramiento de entonces son ahora sus más apasionados y vehementes defensores? ¿Tendrá que ver esto con la blanquitería que se vive en Puerto Rico? ¿Será que el nombrado no tiene el linaje o cuna tradicional para estos empeños? ¿Será que no se graduó de alguna universidad extranjera, de esas que tienen glamour irresistible entre los trepadores de la intelectualidad puertorriqueña? ¿Se ha fijado bien en la gente de arriba que origina las críticas? ¿De dónde provienen, en qué trabajan, qué apellidos e historia familiar les acompaña? ¿Se ha percatado usted de la extracción y formación de los restantes jueces del Supremo? ¿Será que en este país existe un solapado kuklusclansito criollo, fundamentalistas intelectuales, de discrimen y linchamientos?
Carlos Pesquera, en ese precoz climaterio intelectual que lo caracteriza, dijo una retahila de embelecos para concluir que no hubiera designado a Mercado. Aníbal, al que una vez tampoco quisieron, y que llegó segundo, fue empujado por sus compañeros egresados, y diciendo sin decir, rechazó a Mercado, intentando así, que el próximo en el Supremo sea como él: el segundo. Bathia por su parte, fue el primero que voló a oponerse.
Dios me libre de pensar que los opositores lo hacen porque Mercado es de cuna humilde, hijo de empleados de gobierno, producto de escuelas públicas y egresado de la Universidad Interamericana. Algo de ello adelantó la gobernadora como pie forzado.
No quiero que nadie piense por mí. Tampoco quiero coger pon con el caculeo intelectual nativo. Un buen juez es el que hace justicia. Aunque nos han hecho pensar lo contrario, no se necesita saber mucho de derecho. Como diría Ossorio, la justicia viene de mucho más alto y de mucho más lejos que todas esas leyes, órdenes y reglamentos. Además, es tradición en la judicatura, que con el nombramiento, como por arte de magia, llega el conocimiento.
Mercado será tan buen juez como buen ser humano sea, y será tan buen administrador como los demás componentes del sistema se lo permitan. Es una pena para ti, Hernández Colón (y para todos los que usan tus razonamientos y prejuicios) pero los apellidos, las clases y todo lo que representan, se les están acabando.Ramón Edwin Colón PrattsACOMETIERE, AGRAVIARE, OPRIMIERE
El Código Penal de 1902, en su artículo 138, decía lo siguiente: "Todo funcionario público que so color de autoridad y sin causa legítima, acometiere, agraviare, oprimiere o golpeare a alguna persona, incurrirá en multa máxima de ($5,000) dólares y cárcel por un término máximo de cinco años."
Nunca entendí lo de "causa legítima". ¿Que causa legítima podía tener un funcionario público para acometer, agraviar u oprimir a un ciudadano? No incluyo la "causa legítima" para la agresión, porque lo hago demasiado fácil para los que creen que el Estado todavía debe ser el rey con derecho a la primera noche nupcial. Los que así creen, dirán que el impoluto Estado tiene derecho indiscutible para someter a la obediencia y castigar en forma sumaria al que mire mal a sus funcionarios, y de ser necesario, darle un buen macetazo de reacción, autodefensa y educación: para que aprenda.
La legislación citada era clara en cuanto al acto penable. "So color de autoridad", no es otra cosa que bajo el motivo o la razón aparente para hacer una cosa con poco o ningún derecho. Sin lugar a dudas, el funcionario público no podía embestir con ardimiento al ciudadano, ni lo podía ofender, humillar, faltar a su honra o vejarlo. En esa época de altos valores, la pena a imponerse al funcionario, también era alta: cinco mil dólares máximos de multa y cárcel por un término máximo de cinco años. Aunque aparente una perogrullada, la pena era de multa y cárcel, esto es, las dos penas a la vez.
En 1902, los funcionarios públicos tenían que funcionar bien. Si funcionaban mal y no respetaban a los ciudadanos, se exponían a las penas antes expuestas. No sé a cuánto equivalen hoy cinco mil dólares, pero me sospecho que debe ser un montón de dinero. Los cinco años del 1902 deben ser los mismos cinco años de ahora, aunque el ajetreo de hoy hace que los años vuelen como nunca. De todos modos, cinco años son cinco años.
No hay que ser muy talentoso para darnos cuenta de que el bien protegido,esto es, la integridad moral y física de la ciudadanía, otrora era de cardinal importancia. Al ciudadano había que respetarlo de cualquier forma, particularmente, cuando se actuaba como empleado del Estado. Lo contrario representaba penas severas, tan severas, que andando el tiempo, fueron clasificadas como graves.
El tiempo fue pasando y la importancia del ciudadano frente al Estado, también. En el año 1974, la pena que establecía el artículo antes citado, fue variada. La nueva pena a imponerse al que actuara contrario a lo prohibido, sería de reclusión por un término que no excedería los seis meses o multa máxima de quinientos dólares o ambas penas a discreción del tribunal. Esto es, una rebajita de cinco años a seis meses y de cinco mil dólares a quinientos, y de ser ambas penas obligatorias, a ser una u otra o ambas. Ese ajuste al revés a la inflación, anunciaba nuevos valores. Bajó la pena y con ello, el respeto al ciudadano.
Hace varios días, un amigo, que aunque no fue agredido (los funcionarios públicos nunca agreden, tan solo se defienden), fue víctima de un funcionario actuando so color de autoridad. Lo acometieron, agraviaron, oprimieron y utilizando la vieja treta de curarse en salud, de ñapa, le presentaron varias denuncias (que luego se archivaron). El agraviado se quejó a la Policía y le pidió que investigara y denunciara al funcionario. Como si fuera el Registro de la Propiedad (prior tempore potior jure), le dijeron que el funcionario se había querellado primero, por lo que tenía que hacer las denuncias por propio derecho. Aunque sabía lo que los jueces normalmente le dicen a los que presentan denuncias por propio derecho, en auxilio del amigo, me aventuré a hacer un triste y pequeño proyecto de denuncia por el centenario y conocidísimo delito de "so color de autoridad".
Llegamos ante una joven juez. La docta y fina señora, luego de examinar mi proyecto de denuncia, muy amablemente dijo: "compañero, vamos a aplazar el caso para otra fecha ya que hay algunas cosas que aclarar." Ante mi cara de ¿qué pasa?, con gran delicadeza y consideración y sin que los presentes lo notaran, me dejó saber que el delito que había redactado, ya no existía. No lo podía creer pero no lo podía dudar: era verdad. Buscando un poco de oxígeno, arranqué hacia la oficina para enfrentarme a solas con aquella barbaridad.
El resultado del viaje a la oficina es este escrito. Se me pasó (en un in re mental fui severamente amonestado por la conciencia) que el 25 de julio de 2000 (¿curiosa fecha, verdad?) el artículo citado fue derogado. Ahora los funcionarios públicos pueden acometer, agraviar y oprimir a los ciudadanos. Licencia concedida, y que todos nos reventemos.
Para sentirme mejor, le pregunté a Reimundo y todo el mundo sobre la increíble derogación. Excepto la juez que presidió el caso, nadie, abogado o lego en estos menesteres de derechos y facsímiles razonables, se había percatado de que el Estado ya no consideraba tan importantes a sus gobernados. Cualquier funcionario público, desde el nefasto 25 de julio, puede acometer, agraviar u oprimir al primero que se encuentre de frente. Así como lo lee. La Legislatura tiene la palabra. Hablen, hijos, hablen.Ramón Edwin Colón Pratts
MILLENIUM
Ver para creer. Soy del campo y en Pepino, afortunadamente, no hay condominios, por lo que no sabía de qué hablaba mi amigo David Noriega, cuando se refería al Millenium. Las fotos publicadas eran malas, muy malas. Por ser consistentes con la pérdida de calidad, parece que los fotoperiodistas andan con camaritas desechables y se olvidan de películas, obturadores, velocidades, luces, movimientos, colores y ángulos, y disparan fotos rápidas, como los vaqueros del Viejo Oeste disparaban a mansalva a los indios que denodadamente luchaban por sus territorios. Imaginaba que el Millenium era un edificio grandote más, de esos que acostumbramos a ver cómo, en un abrir y cerrar de ojos, se levantan impertinentes, abusadores, pesados, rectangulares con aspiraciones frustradas de Bauhaus, e insultantes y ofensivos para cualquier pupila y mínimo sentido estético.
A mí, que he pasado la vida mezclando cemento, soldando y carpinteando y sé un poco del trabajo que da edificar, y el dinero que cuesta, nunca me ha gustado eso de tumbar edificios, estructuras o lo que sea que no sea innoble al hombre. Mucho menos cuando lo que se quiere derribar le costó trabajo y dinero a otro. Hablar de la destrucción del Millenium me sonó mal aunque lo dijera David, a quien respeto y distingo. Es cierto que aquí se tira abajo cualquier estructura de un pobre que sea edificada en violación de dos o tres incumplimientos administrativos. Todo por demostrar que son poderosos (donde impera el poder no hay amor), inflexibles, intachables, rígidos y estúpidos. Las tropelías contra los pobres no pueden dar pie a atropellos contra nadie. He visto a la Administración de Reglamentos y Permisos en sus funciones de abusadora, como he visto a tantas otras agencias y funcionarios sacando pecho de prepotentes. Gente sin talento ni inteligencia, que tienen poder de embuste y se desviven por utilizarlo aunque demuestran pequeñez, insensatez, intrascendencia e insignificancia.
Aprovechando un viaje a la capital con Ivelisse, mi esposa, para comprar unas cuantas cositas de esas que siempre faltan en los hogares, fui a ver el tan comentado edificio. Con todo y tapón merodeándome, di varias vueltas como tratando de enrollarlo en la mirada. Descubrí lo que cualquier mortal descubriría: es hermoso. Dicen que caro, pero no estamos hablando de comprarlo, hablamos de destruirlo. Es como para encadenarse a sus paredes si alguien osa intentar su demolición. No sé cuántas ilegalidades se cometieron en su construcción, en cuántas irregularidades administrativas incurrieron y cuántas violaciones de espacios, tamaños, accesos y papelerías se amapucharon. No lo sé aunque todo eso pasó. Confío en David y conozco cómo funcionan las agencias de gobierno, los funcionarios designados por el poder político, el dinero, los apellidos y las influencias. Pero la obra está hecha y es parte de nuestra tierra y alguna gente tiene allí sus hogares, hayan costado lo que hayan costado, que los sueños de ellos tienen que ser como los de los demás.
Pensar nada más en cuánta gente trabajó, sudó, se esforzó, se mareó, se cayó, fueron avergonzados por algún capataz riguroso y malcriado, recibieron machucones, incapacidades, atropellos, callos, martillazos, partículas en los ojos, discos herniados, fracturas, raspaduras, músculos fatigados, cortaduras y todo tipo de quebranto típico de las arduas y acaloradas labores de construcción, es suficiente para reconocer mínimamente que la estructura es un monumento al trabajo. La Corporación del Fondo del Seguro del Estado, esa a través de la que tanto robó Roselló, debería rendirle un informe al Comité Cinta Azul sobre los dolores de todo tipo que medicó por el trabajo realizado. Hablar de tumbar es no saber de edificar.
Cuando Carlos V, con motivo de sus bodas con Isabel de Portugal, pasó por Córdoba hace casi 500 años y vio que los cristianos destruían la Mezquita, uno de los monumentos más hermosos de la humanidad, para edificar un templo cristiano, se conmovió y detuvo la locura de la destrucción. Sus palabras aún son una admonición para todo aquél insensible que con excusas bobas de religión, política o de cualquier tipo, quiere que se destruya lo creado por otros: "Faceis lo que hay en otras muchas partes y habéis desfecho lo que era único". Aquí podemos hacer lo que hay en muchas otras partes, pero el Millenium es único y ya está hecho. De una vueltecita, mire su gracia y recréese en su belleza.
Pedir que se derribe resulta tan desatinado como pedir la demolición de la Capilla del Cristo porque los arquitectos no tenían permiso para edificarla. No busquemos autorizaciones y permisos para hacer lo que ya está hecho que es como matar la criatura porque no aparece el certificado matrimonial.
Nunca hay razones válidas para destruir la belleza y el trabajo. Es por eso que todos nos conmovimos cuando allá en el Norte alguien se abrogó el derecho de derribar dos estructuras esgrimiendo sabe Dios qué sagrados motivos. Es lo mismo, exactamente lo mismo. No sigamos destruyendo, que si comenzamos con excusas, no quedará piedra sobre piedra. David, recuerda a Adolfina Villanueva: ella tampoco tenía permiso y le tumbaron la casita y de paso, la asesinaron. Usted y yo protestamos y teníamos razón. Que jamás se repita tal aberración, que los dolores son dolores, con o sin dinero.Ramón Edwin Colón PrattsMADRASTRA
El agradecimiento es una de las expresiones más nobles del espíritu, y el rencor, lo contrario. Por el motivo que fuera, que aparentemente fue de pantalones y minifaldas, una actriz que actuaba de mala, se encariñó del papel y supuestamente ordenó matar a su esposo. Él fue uno de los grandes precursores de esa maravillosa contribución a la sociedad que es el espectáculo televisivo enajenante, degradante y de mal gusto. El señor se murió completamente. Le propinaron tubazos, lo apuñalaron, y de ñapa, lo quemaron dentro de su propio carruaje. Al poco tiempo, después de cantarle al muerto que cuando un amigo se va deja un espacio vacío, agarraron a la artista, y luego de ventearla en todos los medios noticiosos y celebrarle un famoso juicio dantesco, la encarcelaron imponiéndole una pena, de esas graciosas que aquí se dictan, de unos tres o cuatrocientos años. Por lo chistoso de la pena o por culpa de los malditos apuros nuestros de cada día, tan solo cumplió catorce. Con el estigma formal de la culpabilidad judicial y el tatuaje del vía crucis publicitario grabado en su memoria, entre barrotes y distancias, vivió el teatro de lo absurdo, el dolor del recuerdo, la amargura de la soledad y tal vez, el arrepentimiento.
Un oscuro hijo del muerto, que no componía nada y de cuya existencia nadie daba cuenta, salió de la nada cogiendo pon con la madrastra y el occiso, lanzando la nasa de la ambición al río revuelto de la tragedia. Creyendo que encarnaba al muerto, entró al mundo del espectáculo. Era tan flojo que no pegó, pero por carambola, la gente lo conoció. Por lo que le pasó al papá, por los programitas televisados y porque Jorge Castro Font era representante y no veía entonces por qué él no podía serlo, decidió buscarse un guiso en la política colándose en una papeleta de gente igual a él. Salió electo así porque sí, sin prometer ni decir nada, excepto que una vez lo escuché a través de un altoparlante diciendo "¡Vaya papito!" Tal y como le pasó en la televisión, tampoco compuso nada en la política, y su figura se fue apagando. Pero un día, ¡oh día bendito!, alguien sensible o insensible, con conocimiento o sin él, con intención o sin ella, de buena o mala fe, habló de liberar a la madrastra presa que también se estaba apagando. Entonces el hijo del muerto, o sea, el hijastro, milagrosamente dejó de apagarse y enloqueció de alegría farandulera."¡Vengan cámaras que para luego es tarde!" En conferencia de prensa boba, gritó a los cuatro vientos: "¡no la suelten, esto es una falta de respeto al pueblo, temo por mi vida, me muero de miedo, es peligrosa, me mata, me mata! Con ese sonsonete, y como si alguien fuera a creerle el paquete, por algún tiempo mantuvo la ridícula cantaleta pública. El pobre hombre-víctima se quejaba de que no había visto el expediente médico de la madrastra que mató a su papá.
Como era de esperarse, nadie hizo caso a sus falsos lamentos, y la depreciada madrastra, con mil cojeras, malestares, dolores e ilusiones, salió a la calle. La víctima, hijo del papá e hijastro de la madrastra, buscó un abogado (¡oh abogados!) para tener acceso al expediente médico de la doña. Esa peleita monga le garantizaría, por algún tiempo, la publicidad que de otra forma jamás lograría. El hijastro, que también era politicastro, no era galeno ni tenía pasión por la lectura de cosa tan ininteligible como un expediente médico, pero tenía una soberana, gigantesca, robusta e impresionante obsesión con el espectáculo y la fama.
Yo, que siempre me ilusiono con suma facilidad de esas historias profundas, conmovedoras y serias que transforman a los pueblos y los llenan de mitos y leyendas, seguí día tras día las andadas de la víctima. Si durante el día no podía leer o escuchar nada de su apasionante obsesión, encendía el televisor en las noches y lo veía en el Super Show Clásico, esperando a que dijera algo.
Así pasó el tiempo hasta que un buen día su abogado lo llamó y le dijo: "¡Oye gallo, vístete que nos vamos!" Eso mismo hizo el hombre-víctima, y se fue a ver el famoso expediente médico. Como este es un país de hipérboles, los medios de comunicación lo siguieron como séquito de lunáticos. Él enfrente, con su cabeza vacía pero con la alegría de tener nuevamente la comparsa publicitaria, entró a ver el ya mítico expediente médico de la madrastra. Lo vio, no lo entendió, lo cerró y nada pasó.
Después, me quedé esperando, esperando a que el hombre-víctima le envíe a la autoviuda aunque sean unas flores con una nota. La tarjetita podría decir algo así: "Para usted, madrastra mala. Para usted, que me ha sacado del anonimato en tantas ocasiones. Para usted, a quien le debo mi puesto y todo lo que conlleva. Para usted, a quien tanto he utilizado sin darle nada a cambio. Señora, perdone a mi padre y perdóneme a mí por lucrarme de la desgracia, que con culpas o sin ellas, ya nosotros la perdonamos. Gracias, madrastra, gracias. Su hijastro y politicastro, Robertito".
Y luego de nosotros perdonarlos a los tres, que baje el telón y que jamás vuelva a subir.Ramón Edwin Colón PrattsLOS PROCURADORES
No tengo nada en contra de los Procuradores de Familia. Estos encantadores y maravillosos funcionarios públicos hacen su labor como Dios manda, aunque a veces dudamos que sea él el que los haya mandado. Son diligentes, responsables, exquisitos compañeros y excelentes profesionales. Aunque parezca una perogrullada, son el Poder Ejecutivo en función, vale. Son abogados que abogan y procuran. Usted sabe que hay funcionarios que no funcionan, abogados que no abogan y procuradores que no procuran. Hay ocasiones en que algunos compañeros tienen riñas, encontronazos y disputas con alguno de ellos pero, la tengan o no, siempre les doy la razón a estos buenazos servidores públicos.
Después de más de veinte mil affidavits, varios protocolos notariales con sus actas de corrección, encuadernados, raídos e inspeccionados; después de muchas alegaciones, balanceos incesantes en la cabuya floja del desacato; de haber acumulado múltiples NO HA LUGARES del sacrosanto, sabio, impoluto y supremo Olimpo y otras tonterías más características de este arduo y noble oficio, sin ningún empacho puedo afirmar que lo más que contraría, enfogona, molesta, incomoda y altera a los que en ocasiones peleamos con los buenos Procuradores, son las famosas solicitudes de autorizaciones judiciales, anacronismo que existe en casos de derechos y bienes de menores o incapaces.
Una vez pasado el vía crucis procesal que representa litigar con una aseguradora con todas sus prórrogas automáticamente concedidas, sus tontos interrogatorios sin sentido, más de bobos que de abogados, sus requerimientos de admisiones y producción de documentos que no tienen que ver con el caso, mociones insípidas, planteamientos de idiocios que detienen casos y asombran a jueces, displicentes deposiciones decorativas para que el bufete complete el total ordeñe de la sagrada Vaca Insurance Company y demás falsos agarres y engañifas interlocutorias, irremediablemente y como ñapa procesal, hay que solicitar autorización judicial para poder aceptar una transacción.
Ahí es donde intervienen nuestros queridos Procuradores de Familia ya quecomo requisito del trámite, le enviamos copia de la solicitud de autorización judicial. Con bastante frecuencia el Procurador, haciendo esa difícil y genial tarea de decir que no cuando se tiene el sartén agarrado por el mango, no estará de acuerdo con la transacción lograda con tanto esfuerzo y a pesar de tanta pocavergüenza de la parte demandada. Solemnemente y cónsono con las sublimes y profundas palabras de Maga cuando llena de angustia dijo que los niños serían primeros, el Procurador contestará: "¡Me opongo, los daños son muchos y el dinero es poco!" El tribunal, que no acaba de entender que no es parte del ejecutivo, casi siempre coincide con el criterio del Procurador.
Escuchar el dictamen de oposición casi admonición, produce micro infartos,úlceras, taquicardias y deseos irresistibles de botar el maldito bulto con todo y mugroso expediente e irse a ahogar las penas entre copas y amigos con música de Felipe Rodríguez en una barra cualquiera de paredes empapeladas con el poder de la semana. Siendo cuestión de gusto y dinero, podría ser otro lugar con otra música, acompañantes y decorado.
Para evitar más sufrimientos, desgracias, incapacidades y muertes de tantos compañeros que tristes y agobiados arrastran su existencia en un vagar sin rumbo por los sórdidos pasillos de nuestros centros judiciales por culpa de las malditas compañías que cínicamente se vanaglorian diciendo que nos dan vida cuando en verdad nos la roban, y de los benditos Procuradores que en representación del Estado quieren y se preocupan tanto por los menores, sugiero se enmiende el artículo 615 del Código de Enjuiciamiento Civil para que diga los siguientes "sis":
a) Si el Procurador se opone a la transacción informada, el Estado tendrá la obligación de pagar el doble en caso de que la sentencia le sea adversa al menor. De declararse con lugar la demanda pero por cantidad distinta a la que se rechazó en transacción, el Estado completará la cantidad hasta el monto originalmente ofrecido más una penalidad igual a ésta.
b) Si el Estado se opone a la transacción, será obligación del Procurador que intervenga, continuar representando al menor en todas las etapas del caso bajo la supervisión inmediata del abogado proponente y pagar todas las costas que el proceso genere.
c) Si el Procurador actuara temerariamente al oponerse a la transacción propuesta siendo su oposición una pueril sacada de pecho para demostrar poder, la sentencia haría a éste responsable solidariamente, quedando liberado si renuncia a su trabajo, en cuyo caso los autos serán elevados al Supremo para acción disciplinaria.
d) Si el demandado es el Estado, no será necesaria la autorización judicial ya que no es ético que siendo éste el que ofrece la transacción, sea el que evalúe la conveniencia de la oferta.
e) Si el demandante prevalece en su causa de acción y existiera en el pleito una compañía aseguradora codemandada, será obligación de ésta, bajo penalidad de cancelación de licencia, pagar al Ilustre Colegio de Abogados una cantidad igual a la concedida en sentencia. Dicha suma será utilizada exclusivamente para la creación y mantenimiento de la Casa Protegida de Abogados Vilipendiados y para la Fundación de Estudios Avanzados en Imbecilidades Procesales y Ramas Anexas.Ramón Edwin Colón PrattsLOS NUEVOS ESPADACHINES
Un nuevo espécimen político se está popularizando en este bendito país. Unos cuantos incumbentes, porque los pueden pagar con el fisco y por perverso y mefistólico plan, están utilizando como ayudantes ejecutivos, portavoces y guardafrentes a mercenarios híbridos (Patroclos de la vida, hijos de la naturaleza y víctimas de la sociedad) que se encargan de insultar, oprobiar, ultrajar, vilipendiar y vituperar a todo el que critica al jefe. Para estas bajas labores los incumbentes contratan, no a aquellos que resultan ser "dudosos" o que mantienen en ropero sus inclinaciones, sino a los más lucidos, quemados y chacoteados por sus locas ejecutorias públicas. En todos los géneros hay gente que no tiene vergüenza y de esos es que estamos hablando, de los que independientemente de sus gustos, apetencias y preferencias, son unos canallas que deshonran a sus congéneres (los que sean) y malísimamente los representan.
Estos espadachines de la lengua (como alguien dijera, único instrumento cortante que se afila con su uso), manejan con gran destreza el arma de la difamación y el descrédito. Sin nada que perder, son tan atrevidos como el moribundo suicida que ha sido condenado a muerte. Ejercen su mal oficio esgrimiendo el sable de la deshonra convirtiéndose en antihéroes que por su oficialidad resultan ser inmunes ante cualquier proceso municipal, estatal o federal. Son más peligrosos que Los Tres Mosqueteros, El Conde de Montecristo, El Zorro y El Capitán Alatriste, habilidosos y valientes manejadores de espadas, sables y otras armas filosas, puntiagudas y cortantes que luchaban siempre al servicio de la justicia defendiendo al desvalido o al que al desvalido defendía. Gente de honor que por honor actuaban. Sus batallas eran de caballeros y por principios supremos, no por busconerías de ocasión, puestos y supuestos poderes para lucirlos al mundo como aros de magnesio o broches de oropel. Sólo aceptaban retos de sus iguales. Nunca se medían ni se enfrentaban (como antes lo veíamos en las películas del Viejo Oeste) con cualquier tusa que apareciera con un mocho mohoso a retarlos, cucarlos o provocarlos. Eso era así y sigue siendo así, ya que los hombres de honor luchan en el campo del honor y no en el fango de la deshonra.
Con esta nueva modalidad de plumeroso ataque, mezquino y bajuno, producto importado directamente de las campañas de Perth Amboy, cualquier político, oponente, crítico, fiscalizador o el que sea que cuestione al jefe de estas criaturas, es linchado por el nuevo parapeto político. El alcalde de mi pueblo Mon Esteves y Salas, en confusión de patrono agradecido, decía que estos eran tipos listos. No son listos porque par de neuronas no dan para tanto. Su ventaja estriba en que, por no ser entes de honor, no por sus preferencias si no por lo otro, por lo que dije de la falta de vergüenza, no hay nadie que se atreva a salirle al paso, por lo que siempre tienen la última palabra. ¿Se imagina usted en debate público con un deslenguado de éstos, torpe patán revestido de oficialidad, que entre aleteos lo insulta, injuria y agravia? No hay peor contrincante que el que no tiene dignidad. Discutir con esa estirpe constituye un descrédito. Un amigo, con sobrada razón, decía que una discusión pública con estos elementos no solo es un disparate sino que puede ser causal de divorcio y hasta de mudanza de pueblo y la agresión sería embadurnarse con su mísera existencia. Nunca se puede retar a la deshonra al campo del honor. Tampoco la deshonra logrará lo contrario.
Como nadie en su sano juicio reposta a estos nuevos engendros oficiales, los incumbentes los contratan como ayudantes ejecutivos, locas a la orden. Saben que no importa el disparate que proclamen, nadie osa refutarlos o contradecirlos por temor a lo que ya usted sabe. Aparentan ser invencibles.
Don José Aponte, poeta aguadillano, desde la distancia que crea el tiempo y como si previera este fenómeno, le legó al pueblo un atinado verso para contestarle a estas aves aberrantes: "No me importa lo que digan los reptiles desde el inmundo lodo del pantano, yo, con mis estrofas varoniles, le canto a la flor y no al gusano."Ramón Edwin Colón PrattsLOS COMISIONADOS
Hay palabras que por más lindas que suenen, no se deben utilizar. Mucho menos se deben usar para designar personas que se pueden confundir con alguno de sus significados. Una de ellas lo es "comisionado". Comisionado viene de comisión y entre las acepciones de comisión está la actividad remunerada según porcentajes establecidos al emprenderla. El contratante recibe como pago un por ciento del beneficio del negocio. Eso no es malo siempre que exista un contrato de comisión. Pero si usted es un altivo, poderoso y temible comisionado público, no puede equivocar el significado de su designación y trabajar a comisión. No solo no lo puede hacer sino que tiene que demostrar que no lo está haciendo. Así lo requiere la fe pública la cual siempre está pendiente de su decencia, honor yentereza.
Un Comisionado puede convertirse en mandadero de Fortaleza, que es quien lo selecciona y lo nombra por sus méritos partidistas. Un alicate con prendedor de estrella de oropel en gestiones de cobro por su entrega, puede llamar a algún alátere del ejecutivo y pedirle el encargo de que un comisionado fastidie a alguien. Con todos los poderes para molestar que le brinda la ley, el Comisionado podría hacerle la vida imposible a cualquiera que no sea de su partido aunque finalmente se descubra que lo que hacía era un mandado de Fortaleza.
Veamos un ejemplo hipotético. Joseph O'neill (no crea, es de aquí) es el bravo Comisionado de Instituciones Financieras que incluye a todas las instituciones financieras del país. Es así porque desde hace algunos años y por la influencia de las sombrillas gubernamentales (aparato que protege muy mal al gobierno), este señor es el manda más en toda actividad relacionada con la banca en Puerto Rico. Antes que nada y para no confundir el propósito de estas notas, no mencionaré que su oficina tiene un contrato de servicios profesionales con el bufete Nevárez ni su relación con varios banqueros, ya que presumo que esto en nada afecta su responsabilidad primordial de busconear, fiscalizar y supervisar a todas las instituciones financieras. Uno de los negocios que el Comisionado fiscaliza y supervisa desde hace unos años es el de las Cooperativas de Ahorro y Crédito. Las cooperativas son creadas por el pueblo para defenderse de la banca comercial a través de la cooperación y aportación intentando evitar el "sálvese el que pueda" de la libre competencia y no resultar muy afectados por ésta. Sin abundar mucho, antes las cooperativas tenían un inspector que sabía de cooperativismo. Eso se acabó. Como ya indiqué, ahora las cooperativas de ahorro y crédito son fiscalizadas y supervisadas por el Comisionado de Instituciones Financieras. Eso no es nada malo si no fuera porque ese Comisionado también fiscaliza y supervisa a la banca comercial. La banca comercial es de los banqueros que se las buscan haciendo negocios de banco y las cooperativas son del pueblo, dirigidas por el pueblo, haciendo negocios para el pueblo, por lo que son "el banco del pueblo", a pesar de que por ahí hay un banco comercial que tiene por chiste identificarse de esa forma.
A menos que seamos demasiado bobolones, debemos suponer que el Comisionado es amigo de los banqueros los cuales resultan ser tan pocos que pueden dar un viaje de placer en una guagua escolar de esas amarillas que abundan en este país de bienes sin educación. Es normal y bueno que sus panas compartan con él. Lo que pasa es que como esos amigos no son mudos, sin darse cuenta, pueden pedirle favores, trato preferente y tiempo, que es de lo que en esencia viven los bancos. No digo que él acceda a sus pedimentos, pero eso puede pasar y el hombre se nos puede encandilar. Además, me sospecho que los bancos y sus banqueros también tienen que ver con el nombramiento del Comisionado por aquello del poder económico y los donativos políticos. Esa relación no se puede dar con las cooperativas ya que éstas son dirigidas por líderes voluntarios que la ley no permite que permanezcan mucho tiempo en sus posiciones ya que por elección democrática cambian año tras año. No sólo esa relación no se puede dar sino que no es deseada por los cooperativistas que son gente decente.
Imaginemos por un momento lo inimaginable: que a los amigos banqueros, sin intención alguna, se le zafe pedirle al Comisionado que frívolamente fiscalice, supervise, moleste, acose e intervenga en las cooperativas porque son una competencia peligrosa para ellos. Para ello el comisionado cuenta con una legislación de bobos que crea una oficina de un embeleco llamado interés público y unos oficiales examinadores (generalmente, políticos inútiles retirados o ex jueces de la misma especie). Si el Comisionado accediera a tan malvado pedimento, la banca comercial le monta un estorbo oficial, gratis y continuo a las cooperativas con todos los requerimientos tontos e intervenciones de encargo que a cualquier banquero barato y de imaginación promedio, se le pueda ocurrir iniciar. Mientras más el Comisionado las asuste, las haga gastar y se entretenga con ellas, mayor será el beneficio de la banca comercial. Igual pasaría si permite que cualquiera las desacredite y no cumple con el deber ministerial de defenderlas que le impone la Ley 6, artículo 10.07.
Lo anterior no es más que un ejemplo hipotético de lo que puede pasar con un comisionado que actúe a comisión. Pero todo esto es pura suposición porque si algo así pasara, el gobernador y la legislatura, raudos y veloces como siempre, tomarían cartas en el asunto y resolverían el problema. ¡Me da una risa!Ramón Edwin Colón PrattsLAS DOCE EN PUNTO
En este parcelado país (y cada vez con mayor frecuencia), al despedir el día dejamos a algunos legisladores en su trono legislativo gorjeando para televisión algún tema baladí, con un retrato de familia en la pared posterior de su oficina, y al despertar nos sorprenden con las manos en brazaletes de acero llamadas esposas, como si esas señoras fueran las únicas que amarran con manillas. Entonces no sabemos cómo nombrarlos: honorables denunciados, honorables acusados, honorables reos, honorables imputados, honorables convictos, ex-honorables o simplemente, deshonorables inexcusables e irresponsables. Somos tan y tan requetebuenos que hasta nos conmovemos cuando los vemos en los medios llevando a cuesta la pesada carga de sus equivocados procederes. No importa la barbaridad que se le impute o a qué partido pertenezca, este bendito pueblo, compasivo y misericordioso como ninguno, siempre mira con tristeza al hermano en desgracia.
Hay que tener mucho cuidado con lo que se le dice a estos compatriotas que se empeñan en oscilar como badajos entre el trono legislativo y la banqueta carcelaria, ya que aparentemente por no tener el adecuado discernimiento o por empeñarse en la utilización parcial de sus entendederas, se confunden fácilmente. Por mucho tiempo, se le estuvo diciendo que no hacían nada, que no eran productivos y que ganaban mucho sin dar un tajo. Pues señores: se nos fue la mano. Tanto los criticamos que enloquecieron haciendo leyes hasta para votar por gente de otro país y por cuanta cursilería se les antojó en sesiones largas y cortas, diurnas y nocturnas, regulares y especiales. Tomaron en serio eso de fabricar leyes y en lo que viene el guardia a esposarlos, se han dedicado a convertir cualquier escrito que le pase por enfrente en pieza legislativa. Afortunadamente elcapitolio está bastante lejos de los baños públicos de San Juan porque sabe Dios qué gracia nos podría hacer alguna traicionera ráfaga de viento que desde allí volara un papel usado hasta el escritorio de los señores presidentes. Como ya dijeen otro escrito, esas antesalas de convictos lo quieren resolver todo con leyes. Han hecho tantas que han repetido algunas y en los lares capitolinos se escuchan los ayes de la incesante imprenta que fatigada, no aguanta más tanta palabra inútil.
La última genialidad de estos esclarecidos cerebros fue sobre el tiempo. Tienen que utilizar relojes digitales porque no entienden cómo se mueven las manecillas del reloj, pero se han puesto a trastear el tiempo como hizo Edwin Mundo cuando cambió la hora para aguantar un día, a revés de lo que hacen los niños para que los Reyes lleguen pronto. No existe ninguna justificación para tal dislate que no sea la quimérica aspiración política de ser estadounidenses por legislación. Esa es la única explicación de tan disparatado asunto, aunque con estudios de encargo intenten ocultar sus transversos sueños. ¡Qué pobre e infeliz es el hombre que no se conforma con la identidad que Dios le dio y anda en busca de otra! Nos convierten en bilingües por legislación, nos cambian la dieta de los comedores escolares para hacerla más de allá, nos compran computadoras en inglés, nos educan como aquellos y cuanta monería hacen los vecinos del norte, la quieren adoptar como folklore nuestro. Hasta los judiciales se contagiaron con esta terrible fiebre y desde que en el 92 D.P.R. 596 dijeron que el español era el que era, se han dedicado a citar en sus opiniones, sentencias, órdenes y resoluciones al maldito idioma extranjero sin saber que más de la mitad de los abogados brincamos las citas en esa jeringonza que ahora aparentemente da algo de caché a los que lo utilizan. Afortunadamente no somos colonia de los esquimales porque a estas alturas y casi en el Ecuador, vestiríamos de piel y las casas serían iglús con focas jugando en palanganas de hielo en nuestros patios de cemento. Lo curioso es que aparentemente a nadie le da vergüenza tan deshonesto proceder. Y pensar que todo esto empezó con aquella canillera ideológica de Muñoz que abrió paso a los mas absurdos comportamientos. Por mencionar tan solo tres de los más notables, graciosos y conmovedores, doña Fela trajo nieve en avión a la ciudad capital, Muñoz pidió el voto presidencial y Celeste Benítez cambió el semestre escolar para ajustarlo a las vacaciones forzadas por la nieve. Eso y mil embelecos más hicieron los que cucaron al perro y ahora se quejan de que los quiere morder. Fueron buenos maestros y sus lloviznas trajeron estos fangos donde ahora resulta que a las dos de la madrugada del primer domingo de abril el horario será adelantado una hora y a las dos de la madrugada del último domingo de octubre será atrasado una hora. Afortunadamente todavía a la legislatura no se le ha ocurrido hacer alguna travesura con el espacio, aunque no dude que un buen día cambien las coordenadas y nos pongan en guardarralla con Florida. Tal vez para ese entonces el clima ser como el que quería la señora aquella que hablaba con abanicos y apuntaba con el moño hacia el norte.
No sé qué efecto tendrá eso del tiempo en la naturaleza. No sé si nuestros pájaros se turbarán, los coquíes no cantarán, el alba y el ocaso se enredarán y la luna y sol enloquecerán. Tan solo le pido a Dios que no le haga caso al César y se asegure de que el día 24 de diciembre, exactamente a las 12 en punto de la medianoche, la melodía de nuestros gallos coincida con la llegada del hijo santo y en su canto anuncien al mundo la buena nueva de que el niño nació, no que nacerá en una hora o que hace una hora que nació. Amén.Ramón Edwin Colón PrattsLA POBREZA COMO DELITO
El Tribunal Supremo de Puerto Rico, en opinión de 2 de marzo de 1999, sin ningún rubor, asombro ni reparo, nos dice:
El 14 de noviembre de 1994 el Departamento de la Familia, en adelante el Departamento, presentó una "Petición" en la cual alegaba que cinco de los hijos menores de la señora Cándida Soto estaban viviendo en condiciones inadecuadas al carecer de los recursos básicos para vivir. A saber, les faltaban enseres en el hogar, ropa, artículos escolares, entre otros. Que a pesar de los esfuerzos desplegados por el Departamento para mejorar su condición, la situación de estos menores no había mejorado. El 15 de noviembre de 1994 el Tribunal Municipal de Caguas ordenó que los menores fueran puestos inmediatamente bajo la custodia provisional del Departamento. Sin embargo, con el fin ulterior de devolver los menores al seno del hogar, el Departamento implementó un plan de servicios. En consecuencia, todos los menores fueron ubicados en hogares de crianza bajo el cuidado de custodios de facto. Cónsono con el plan se presentó el primer informe de la Técnica de Servicios Sociales asignada al caso y el 29 de marzo de 1995 se celebró en el Tribunal Superior la Vista de Ratificación, en el cual se mantuvo la decisión de concederle al Departamento la custodia provisional de los menores. Según se desprende de informes posteriores, inicialmente no se obtuvo una respuesta positiva al plan de servicios por parte de la señoraSoto y el señor Ayala, debiéndose ello en gran medida a la crítica condición de pobreza en la cual vivían.Así las cosas, el 8 de septiembre de 1995 (cuando M.A.S. tenía apenas 4 meses de vida) se presentó una nueva "Petición" por el Departamento. En esta se alegaba que los padres biológicos de M.A.S. lo estaban alimentando con agua de azúcar ya que no tenían dinero para comprarle leche y que la que habían podido conseguir se le había dañado por falta de energía eléctrica.Por orden de un juez municipal M.A.S. fue removido del hogar de sus padres. Se le concedió provisionalmente la custodia al Departamento y se ubicó al menor en el hogar de la señora Alba Viguie Muñoz y el señor Charles R. Ruff. (subrayado nuestro)
Lo trascrito dice lo que dice sin añadirle nada. Así es. Eso que leyó fue lo que pasó y es lo que es. Otra cosa sería tratar de decir lo que no pasó, lo que no se dijo, lo que a usted le gustaría estar leyendo pero que no leyó. Ahí dice eso mismo: "cinco de los hijos menores... estaban viviendo en condiciones inadecuadas al carecer de los recursos básicos para vivir. ...les faltaban enseres del hogar, ropa, artículos escolares, entre otros." El Tribunal, que con todo su poder de parens patriae, no acaba de entender que no es parte del ejecutivo y que no tiene que hacerle el juego, ordenó que los menores fueran puestos inmediatamente bajo la custodia del Departamento "con el fin ulterior de devolver los menores al seno del hogar..." y para ello "todos los menores fueron ubicados en hogares de crianza bajo el cuidado de custodios de facto". De facto y de jure.
Después de esa expropiación, confiscación o robo de niños, el Departamento de la Familia, actuando contra esta familia y como autor de la barbarie, rindió un informe y el Tribunal ratificó la concesión de custodia provisional ya que según dice la sentencia, no se obtuvo una respuesta al plan que le presentó el Departamento a la madre "debiéndose ello en gran medida a la crítica condición de pobreza en la cual vivían."
Pero eso no se queda ahí. Para consumar la avería total, el Departamento presentó una nueva Petición en la cual alegaba que la misma madre pobre alimentaba a su hijito (el último que le quedaba) con agua de azúcar ya que no tenía dinero para comprarle leche y la poca que pudieron conseguir se le dañó por falta de energía eléctrica. Lo menos que a cualquier mortal se le ocurriría decir sería: ¡luz con ellos! No señor. ¿Sabe usted lo que pasó entonces? Jamás se lo imaginaría si no lo hubiera leído. El Tribunal también removió a este niño del hogar, le dio la custodia al Departamento y este se la dio a unos esposos, buenos señores de apellidos raros. Curiosamente, en ningún lugar de la decisión transcritase habla de falta de amor o maltrato emocional hacia los niños. Tan solo se habla de pobreza y de pobres y los pobres y la pobreza son delitos graves en este hermoso y criminalizado país y como usted ha visto, la pena que se le impone es alta. ¡Mucho cuidado con la histeria que algunos casos puedan haber generado! Hay casos y casos y hay que distinguir los casos.
Consternado por el cuento de horror antes citado, me imaginé al Gobernador en violento arrebato de aburguesada bondad con todo su "insumo", Departamento de la Familia y Maga, corriendo como loco detrás de aquella mujer que en fría madrugada y en un pesebre (lugar donde comen las bestias) mimaba y abrigaba entre pajas y amor a su hijo, esperanza y salvación del mundo. Quizá la encontraba dándole a su niño un poco de agua azucarada. El Pediatra gritaría: ¡Los niños primero! La Madre diría: "No tengo otra cosa que darle, pero le suplico que no me quite al nene para darlo al que come pan de maldad y bebe vino de robos". El Pediatra, haciendo gala de su clásica torpeza, seguramente contestaría: "La sorprendí en pleno acto de pobreza, entregadme al niño, que Herodes le buscará buena madre que le brinde leche y abrigo".Ramón Edwin Colón PrattsFALSOS ORGULLOS
Nos decía Biezans que el estadounidense viste pijama de origen indio y se acuesta en cama de origen persio o de Asia Menor. Usa algodón, utilizado por primera vez en la India, lino del Cercano Oriente, lana de un animal domesticado en Asia Menor y seda descubierta por los chinos. Todos esos materiales fueron transformados en telas inventadas en el sureste de Asia. Si hace frío, duerme bajo un edredón hecho por primera vez en Escandinavia. Usa reloj medieval europeo y el de bolsillo, fue inventado en Nuremberg. El vidrio fue inventado por los egipcios; los azulejos, inventados en el Cercano Oriente; la porcelana, en China y el esmaltado de los metales, inventado en el Mediterráneo en la Edad de Bronce. Subañera e inodoro son copias de originales romanos.
Según este escritor, estadounidense de pura cepa, el jabón que utilizan fue inventado por los galos, e imitando a los europeos, se limpian los dientes. Se rasuran como los sacerdotes paganos de Egipto y la vieja Caldea. Su navaja de afeitar es de acero descubierto en India o Turquestán. Usa toalla turca y se sienta en sillas inventadas en el Cercano Oriente. Su ropa se originó en los vestidos de piel de los nómadas de las estepas asiáticas. Sus botones son de la Edad de Piedra de Europa y los zapatos son de cuero preparado por medio de un procedimiento inventado en Egipto utilizando modelos de Grecia. El lustre, es idea griega también. Si el zapato es de caucho, es de una sustancia descubierta por los mexicanos. Usa bufanda de origen croata y se mira en un espejo inventado en el mediterráneo. Come en vasijas que se originaron en China. Toma café, planta primeramente descubierta por los árabes, usa alcohol, invento del Cercano Oriente y toma bebidas destiladas inventadas en Europa. Consume azúcar, descubierta en la India, y leche de ganados domesticados, y por primera vez ordeñados, con técnica originada en Asia Menor. Toma jugo de china, fruta cultivada domésticamente en la región del Mediterráneo, o come un melón cultivado en Persia o uvas cuyo cultivo se originó en Asia Menor. Come cereal, hecho de algún grano cuyo cultivo se hizo por primera vez en el Cercano Oriente, y que se prepara por métodos también inventados allí. Ingiere panecillos porosos que son invento escandinavo y le añade mantequilla, producto que se originó también en el Cercano Oriente. Come huevos o carne, ya que por primera vez las aves fueron domesticadas en el Sureste de Asia y la carne salada y ahumada es un procedimiento inventado en el Norte de Europa.
Añade el sociólogo, que sus conciudadanos usan sombrero, invento de los nómadas de Asia Oriental. Se cubre con paraguas inventado en la India. Se transporta en tren, invento inglés. Paga con monedas, invento de la antigua Libia. Sus cigarrillos son un invento mejicano y los puros, del Brasil. Las letras de sus libros fueron ideadas por los antiguos semitas e impresas por un procedimiento inventado en Alemania en un papel, inventado en China. Le da gracias a un Dios hebreo. Habla idioma indoeuropeo, y es ciento por ciento (sistema decimal inventado por los griegos) norteamericano (de Américo Vespucio, italiano).
Hasta ahí Biezans. Añadimos que los babilonios les enseñaron matemáticas, medicina y a predecir eclipses. Asia Menor les dice cómo acuñar. Los europeos le hacen el arco. En Alejandría, 300 años antes de Cristo, le inventan el resorte, el tornillo, la bomba, la palanca y el perno y es allí donde se usa por primera vez la energía de vapor. Para evitarle esfuerzos inútiles, Arquímides, en Europa, le formula la ley de la palanca e i nventa la rosca para elevar agua. Los romanos les dicen cómo usar el concreto. Cien años antes de Cristo, ya los italianos tenían calefacción bajo el piso y usaban baños públicos. Los persias le obsequian el molino de viento, los chinos la pólvora, los holandeses el microscopio y los italianos el termómetro. Isaac Newton, europeo, le regala las leyes del movimiento, el cálculo, el telescopio reflector, y un escocés, los logaritmos. Un inglés les inventó el plástico. Otro inglés les inventa la primera máquina de vapor. Inglaterra le muestra cómo se hacen fábricas textiles y cómo curar la viruela. Europa inventa el generador eléctrico y en Inglaterra se inaugura el primer ferrocarril público con motor de vapor. Para que puedan iluminarse es un alemán el que formula la ley del voltaje y la intensidad de la corriente eléctrica. Un médico inglés le enseña cirugía antiséptica y un austriaco los fenómenos de la herencia. Un señor alemán de apellido Diesel, les regala un motor con su nombre. El italiano Guillermo Marconi les lega la radio. Alemania les diseña el primer automóvil y viajan al espacio con métodos rusos. Un alemán les hizo una atómica; un físico neocelandés descubre el núcleo del átomo y un danés les explica la estructura del átomo. Un escocés les produce las primeras imágines de televisión y otro le descubre la capacidad antibiótica de la penicilina. Para que viajen más rápido, un inglés les inventó un motor de propulsión a chorro, y para detectar objetos a distancia, otro les hizo el radar. En Europa se descubre la importancia genética del DNA y en Rusia se instala la primera planta de energía atómica. En África, ese continente que los estadounidenses se empeñaron en mostrarlo al mundo como salvaje, se hizo el primer transplante de corazón. En Inglaterra, una mujer da a luz el primer bebé de probeta. Los amigos del norte copiaron los principios básicos de las computadoras de un inglés llamado Charles Babbage, que casualmente, nació en 1792. Igual copieteo hicieron con la termodinámica, mecánica, eléctrica y hasta con los modernos métodos agrícolas. La escuela alemana Bauhaus les diseñó rascacielos y les enseñó lo que era la funcionalidad con algo de estética. Sume y no acabe porque todos nos debemos a todos, y eso no es malo, es muy bueno.
Lo que es malo es que, estando gateando en la existencia con par de cientos de años de vida, se creyeron ser la estaca donde se amarraba a los demás. Nos creímos el paquete. Un pepiniano que asegura que el sol sale por el Norte decía: "después de Dios, los gringos; si él no avanzaba, ellos creaban al mundo". Aún con lo antes dicho sobre sus orígenes de poneros y de cacheteo delconocimiento, se creyeron ser los cheches de la película, los manda más, los genios, infalibles, guapetones, listos y poderosos. Si alguien decía lo que ahora digo, era porque los odiaba y envidiaba. Siempre creyeron que la verdad los debilitaba.
No inventaron la guerra pero la practicaron y perfeccionaron hasta la saciedad. No crearon el terrorismo pero lo usaron y patrocinaron. No fueron artífices del dolor pero lo produjeron. En el juego de la vida, tiraron la piedra y velaron al guardia. En una u otra ocasión, muy cómodamente, aceptaron culpas desde lejos, muy lejos en el tiempo.
Hay formas muy malas de decir las cosas y alguien le habló en alta voz a esa nación común, corriente y ordinaria donde vive tanta gente buena y nuestra. Alguien les dijo que son tan iguales como los demás. Alguien le llevó el dolor hasta su puerta. Lamentablemente, los puertorriqueños, como siempre ocurre en sus guerras, fuimos los que proporcionalmente más vidas aportamos en esa cuota de dolor. Nosotros también aprendimos. No son ni somos inmunes, y el dolor, la desesperanza y la tragedia, no nos quedan tan lejos.
Por poco se me olvida: el estadounidense Samuel Colt patentó el revólver en el año 1836.Ramón Edwin Colón PrattsEL MACHARRÁN
En este país pasan cuatro cosas que dejan a cualquiera embobado, pasmado o, como dirían en San Juan, boquiabierto. Años atrás, apareció un siniestro personaje, que en vez de avergonzarse por lo que decía que hacía, lo proclamaba a los cuatro vientos en cuanto medio de comunicación había. Así son las cosas en este país de valores torcidos, inclinados, alterados y trastocados. El hombre era un soplón o delator internacional que con gran orgullo se autoproclamaba ex-agente de la CIA (Central Intelligence Agency). Según lo que ellos dicen, esa gente es algo así como la extinta división de inteligencia de la Policía de Puerto Rico, pero con funciones internacionales. Nada de inteligencia, pero el nombre era sustituto de la falta de. La gestión de la de acá era la mismísima que la de los de allá: hacer carpetas, entrampar, matar, fisgonear y deshonrar. La diferencia era: más chavos, más gente, mayor rea de acción y más muertes y torturas. La inteligencia de nosotros tenía a su haber unos cuantos muertos y estos bandidos los tienen por millones.
Si mal no recuerdo, el hombre llegó a la vida pública puertorriqueña en los aciagos días de los 80. Los populares, expertos en cojioquerías, lo creyeron tan importante y trascendente, que usaron su testimonio y supuesto peritaje en una reciclada, caricaturizada, comediatizada y fracasada reinvestigación de Maravilla. De ahí, al estrellato total. Los que lo vieron como cónsul estadounidense y no pudieron evitar un eslembamiento instantáneo, lo invitaron, citaron y hasta escucharon como autoridad en naderías y en ciencias ocultas y perdidas en el espacio con piquete sobrecorrido en la banda contraria. La colonia es el cará. Supuestamente, el hombre era un perfecto conocedor de cantinfladas de defensas, historias de vaqueros y demás cursilerías castrenses. Sus poses de docto, profundo y pensador, eran un vulgar anuncio estereotipado de la soberbia y el narcisismo. Era todo un intelectual sin intelecto, un prevaricador idiomático. Hacía días que no lo escuchaba, para ser exacto, desde que el presidente se vistió de blanco y él, en la contraportada, se vistió igual.
El tiempo pasa, y en su incesante pasar, pasan cosas que no debieran pasar. Un mal día, alguien lleno de coraje, odios y motivos de antaño acumulados y apiñados hasta nuestros días, hizo una avería catastrófica. Cayeron personas, símbolos de poder y unas cuantas cosas más. Más que gente y edificios, cayeron orgullos falsos creados a mollero, poder y dólares. Nada de eso debió pasar. Tampoco debió pasar lo otro. La muerte por hambre, la falta de medicamentos y la vida paupérrima, siempre han sido culpa del que los puede evitar. Los abusos, la imposición de creencias y valores a la trágala, los guilles de fuerza de choque mundial y los bombardeos por doquier, tampoco debieron ocurrir. Por mucho tiempo, la humillación y miseria, fueron la orden del día. Cada bomba que araba el suelo ajeno, sembraba corajes que germinaron y crecieron en surcos de lejanas tierras. Cosas horribles pasaron. Aunque de lo dicho puede usted creer lo que mejor le parezca, lo anterior no pretende justificar, sino explicar.
Entonces, en Puerto Rico, en este maravilloso país donde los noticieros acostumbran a preguntar a las madres que acurrucan el cuerpo ensangrentado de un hijo: "¿oiga señora, cómo se siente usted?"; recordaron al oscuro personaje de declaración rimbombante en Maravilla. Como si fuera importante, le preguntaron al uniformado de bobo, qué haría en cuanto a los aconteceres metropolitanos. El hombre se botó: "¡el que toca a mi familia es hombre muerto!", dijo con voz engolada. Eso fue lo primero que dijo este macharrán de capa caída con vocación de James Bond de los 60. Lo otro que dijo es tan prosaico, que no es apto para lectores en búsqueda de paz.
La maldita competencia en la caza de noticias radiales y televisivas impactantes, en este requetenoticiado país, no justifica que en estos momentos se esté azuzando gente con ínfulas de Rambo. Los medios noticiosos tampoco se deben utilizar como cura de egos atrofiados por escuelas militares. No debemos fomentar ni exhibir a los oportunistas de la desgracia. Esos, en cada acción del prójimo, ven un acto diabólico y, en los suyos, no importa lo que hagan, ven un acto de suprema belleza y justicia. Son tan fanáticos como los que critican. Por puro asfixie económico y competitivo, los medios informativos no deben dejar campear por sus respetos a los que se visten de blanco para jugar a quién es más macharrán. Hay que ser más serios y responsables. Si fomentamos a los ex-peritos, ex-agentes, ex-combatientes, ex-delatores y ex-crementos, llegará el día en que los vaqueros, James Bond y Rambos, echen a un lado todas las misas y sermones de los últimos dos mil años y esgriman como lema universal la consigna personal de que "el que toque a mi familia es hombre muerto". ¿Quién se atreve a tirar la primera piedra, guapetón?. Oye, tú que ajotas, dime: ¿a quién pretendes lapidar? ¿Es que no se te ha ocurrido examinar tu mano ensangrentada?
No es hora de venganzas ni de gritos de guerra. Mucho menos, los del señor presidente. ¿Es que se cayeron las Torres de Babel y ahora nadie se entiende? Oiga, ex-agente de la CIA, no es momento para vestirse de blanco.Ramón Edwin Colón PrattsHEMOS ESPERADO BASTANTE
El lunes 8 de febrero de 1999 se publicó en la sección Perspectiva de El Nuevo Día, página 55, un pobre y lamentable escrito bajo la firma de don Ismael Fernández, periodista, ex-legislador y, por lo que dice, juez de jueces. Siempre leo sus columnas porque soy uno de tantos que tratan de leerlo todo, y en ese todo, evidentemente, están sus trabajos. El señor Fernández mantiene en su producción periodística la misma calidad que le imprimió a su labor legislativa, lo que eso signifique. Alguna gente gusta de sus escritos porque de vez en cuando le da su cantacito al gobernador o a alguno de los suyos, y hasta suena liberal. Es bueno que la gente escriba y que escriban lo que mejor le parezca de lo que crean adecuado. No debieran convertir las letras en féminas de vida alegre ni ser mercenarios de la palabra, pero cada cual, equivocado o no, hace con sus limitaciones, talentos y oportunidades, lo que mejor le apetezca. El señor Fernández siempre ha escrito, y bueno o malo, escribir siempre es bueno. En lo que creo que el señor Fernández se equivoca (y que su santa ira me perdone si lastimo su ego de hombre de vasta experiencia periodística) es en apuntar con la pluma como si fuera un rifle en manos de un francotirador de encargo, con la única encomienda de darle a algo que aparenta ser un blanco prepagado. No sólo apunta, también dispara.
Lo anterior, lo digo por el escrito antes mencionado. El título del artículo es Un juez residenciable. En él, y por razones que sus lectores desconocen, el señor Fernández le hace un favor a alguien a quien por casualidad también se desconoce, escribiendo cosas que resultan horribles para cualquier persona, pero en este caso, dirigidas a Reinaldo Franqui Carlo, Juez.
El periodista comienza hablando de un caso que presidió dicho Magistrado. Por la forma precipitosa, atropellada, descuidada, a borbotones, y por la urgencia y premura inexplicable en que lo expone (como para cumplir con el mandado a tiempo) podemos colegir que lo hace como un encargo de alguien a quien aparentemente no le gustó el dictamen que se emitiera en el caso, elaborando una colección de disparates jurídicos que le van bien a otro tipo de disparatero pero muy mal al señor periodista y ex-legislador. O alguien le dio datos equivocados, o lo que es peor, los equivocó intencionalmente. Los periodistas, aunque nos parezca sorprendente e increíble, no están inmunes a introducir las piernas (algunos lo hacen con dramática frecuencia) pero tienen la suerte de que no hay quién se lo señale ya que si usted lo hace, le van a dar dos veces y hay veces que hasta más de dos veces. Con ellos, una lucha que pudiera ser igual, se convierte en desigual, no porque el que contesta el golpe no tenga razón sino porque tiene menos oportunidades, por no decir ninguna. Además, a nadie se le ocurriría bailar en la casa del trompo.
A mí (sin poses de macharrán de esquina) como me importan tres pitos el señor Fernández y todos sus asociados, jefes, congéneres, alzacolas, mandantes, apoderados y soplapotes, digo lo que digo y que los aludidos se revienten. Por lo menos, me conformo con saber que no dice más el que más habla ni el más leído, ni siquiera el más publicado. Dice más el que mejor dice y dice mejor el que no dice falsedades. Aunque suene inocentón en estos agonizantes días del milenio, todavía creo en que la verdad siempre prevalece.
Pues el periodista, ex-legislador y juez de jueces, le da duro al Juez. Curiosamente, casi todo lo que dice es falso, salvo uno que otro nombre o dato, estos últimos, mal utilizados y fuera de contexto. Alguien dijo que con hilos de verdades se tejen grandes mentiras. Nadie sabe a quién el escribidor le hacía el favor: a los fiscales del caso, a alguna familia relacionada con los hechos que se ventilaron, a alguien que pretenda sustituirlo como juez, o a algún político a quien no le han beneficiado sus dictámenes. Tal vez, al señor Fernández le dio con estudiar derecho, y en la búsqueda al azar de buena jurisprudencia, se tropezó con el caso que mal discute en su columna totalmente fuera de perspectiva. Hacía muchos años que no veía tantas barbaridades juntas. Arte difícil, ese de apiñar inexactitudes, a una edad en que se debe pulir el intelecto en vez de convertirlo en guayo o en lija de grano grande. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el encarguito está por ahí y que don Ismael, sin ningún empacho o vergüenza, y a pesar de sus añitos, lo hizo como buen muchacho de mandado. El problema es que, por casualidad, el nombramiento del Juez está sobre el escritorio del gobernador y si el gobernador, ese maravilloso artefacto tan desentendido en tantas cosas, le hace caso al encarguito de don Ismael, pues se fastidió la carrera judicial de uno de los mejores magistrados que tiene la judicatura puertorriqueña.
Y como no sé escribir de otra forma que no sea esta no tan publicable para los aspirantes a cachendosería, me cansé de esperar por alguien que dijera algo de este pensador sin pensamientos, y de su inclinada columna. Las delegaciones de abogados de Aguadilla, Mayagüez, Ponce y de todos los lugares donde el Juez ha presidido una sala, le dieron su respaldo y apoyo. La de Aguadilla en particular, aprobó una resolución el mismo día del oprobio. El presidente del Colegio de Abogados hizo lo propio. Todas las expresiones de solidaridad, por algún designio fatal, jugarreta oficial o casualidad sinigual, se quedaron como rescoldo a la vera de la verdad esperando ver luz pública.
Me cansé de esperar porque alguien fino, de renombre, de esos que tienen el tacto, la prestancia, inteligencia y el acceso a los medios, dijera algo. Es posible que lo haya hecho y que no se lo publicaran, pero lo escrito y no publicado no existe, porque la publicidad es constitutiva del mensaje. Nadie ha dicho nada, al menos, que yo sepa. Me parece que en el caso del linchamiento que le hace el columnista al Juez, se formó un escandaloso corre-corre de silencio. No creo en ese silencio. No creo en el silencio de escrúpulos y vergüenza parecido al pecaminoso beso de Judas. Cogiendo pon en ese silencio se concluyó a secretos que los abogados teníamos que permanecer cómodamente callados. ¿Por qué? Pues el Canon 11 del Código de Ética Profesional dice unas cosas, aunque el 10 dice otras. Lo cierto es que los abogados que conocemos al juez no podemos hablar, ya que postulamos ante él, y los que no lo conocen, pueden hablar porque no postulan ante él. Genial. Ahí precisamente es que se nos cuela un don Ismael casi seguro de que nadie le dirá nada: porque los que pueden decir no pueden hablar, y los que pueden hablar, no pueden decir. Hubo otros que no quisieron argumentar alegando que se podía causar más daño revolcando los escombros y cachivaches de pensamientos de Fernández. Y obviamente, salió a relucir el que uno es de tal o cual partido y el siempre presente "que otro lo defienda". A lo lejos oigo un tintineo de comodidad y falta de compromiso. O tal vez no, tal vez sea de voluntaria y cómplice resignación. En este bendito país donde el individualismo, narcisismo y el "sálvese el que pueda" es la regla de oro de la supervivencia, es difícil que ante la sacramental expresión periodística, alguien defienda a alguien. Recuerdo a Martin Niemoller cuando en el 1945 sentenció:
En Alemania, los nazis primero persiguieron a los comunistas, pero yo, como no era comunista, no protesté. Más tarde vinieron tras los judíos, pero como yo no era judío, no protesté. Luego comenzaron a perseguir a los miembros de las uniones obreras, mas como yo no estaba unionado, no protesté. Más adelante la persecución se tornó contra los católicos, pero siendo yo protestante, no tuve por qué protestar. Luego vinieron por mí. Para ese entonces ya no había nadie que protestara por ninguno otro. Asegurémonos que tal cosa no vuelva a suceder.
No quiero ser cómplice de ninguna poca vergüenza, mucho menos de una que me queda tan cerca. No quiero ser solidario por omisión, de alguna puercada política revestida de falsa seriedad de fiscal de oficio.
Los jueces, de los cuales se dice que tienen tanto poder, tienen la debilidad inmensa de no poder defenderse, por lo que ante el agravio y la afrenta pública se quedan arrinconados junto a su familia, sufriéndose la vergüenza de cuanta falsedad e imbecilidad se le ocurra a tipos como Ismael. Resulta bajuno y cobarde, darle al que sabes que no responder porque no puede. ¿No te da vergüenza, Ismael?
Así que Ismaelito, muchacho de mandado, carga bate y "vete y ve y dile", búscate a uno de tu tamaño, que sea tan bajito como tu, y mientras tanto aprende, aprende que aunque tienes el absoluto derecho de decir lo que te dé la real gana como hombre de cuarto poder o como periodista de cuarta, también los demás tienen el absoluto derecho de contestarte lo que a ellos también les de la gana. Como diría su amigo Homero, ahí está tu talón de Aquiles: si me das, te doy. Tu dolor será mayor porque sé que a tu orgullo le duelen más mis rasguños, casi privados por la falta de publicidad, que a los demás tus cañonazos públicos de falsedad y encargo.
Señor periodista, ex-legislador y juez de jueces, lamento lo poco, pero no tengo más espacio. A diferencia de ti, que crees en borrar gente, me alegro de que los periodistas no sean residenciables. Como es posible que ésta no la publique nadie, tal vez nunca te enteres de su contenido. Es una pena que te la pierdas, Ismaelito, realmente es una pena. Sé que si algún día la leyeras, no faltaba más, tendrás la última palabra, y a mí, ¿que?. Y por poco se me olvida: Ismaelillo, el Diccionario de Voces Coloquiales de Puerto Rico recopilado por Gabriel Vicente Maura dice en la página 553 que "El ladrón juzga por su condición".
Su señoría don Ismael, respetuosamente sometida.
En San Sebastián, Puerto Rico, 22 de abril de 1999.RamónEdwinColón PrattsLA CRUZ
No cesaba de llover. Diariamente. Las miradas y los gestos reventaban la determinación de la fecha y la tristeza más escandalosa se aprovechó del pesimismo de todos. Llovía. Llovía a todas horas con el empeño galopante de saturar y hacer nuevas marcas, de esas inexplicables marcas de época. Los continuos aguaceros mojaban a los protagonistas mientras el escenario inmisericorde, se inundaba y humedecía. No paraba de llover. Cada día más. Todo era agua, como océano que nos permitía respirar. Evocando palabras de catecismo y cuentos de Nisia, la santa pepiniana, llegamos a creer que alguien cercano que se había ido, lloraba mucho porque la habíamos olvidado, o tal vez, porque no podría estar.
La suerte estaba echada. Estaba echada. No había más que buscar ni esperar porque a todas las esperas se les hizo tarde. Acongojados, pesarosos y con la húmeda pena del agua, la que paradójicamente nos aguantaba las lágrimas como burlándose de la tristeza, no dimos marcha atrás. No lo hicimos porque cuando esas cosas se anuncian, es imposible desanunciarlas. Había algo de terquedad y coraje también.
Pronóstico: lluvia persistente e ininterrumpida durante toda la semana. Fuertes lluvias, rayos, truenos, relámpagos, nubes negras, lloviznas, aguaceros, goteo, viento, ráfagas y todas sus consecuencias paseándose indiferentes, como si desde afuera nos amenazaran. Malas condiciones del tiempo para el patio, para el aire libre. No habría salón. No. El techo alto sería el cielo por la insistencia del padre, la aceptación de la madre y la bondad y resignación de los demás. Y entre los bambúes salía agua, y de la quebrada. Brotaba del patio, de la montaña, de los techos y del aire. Alguien, tal vez el viejito Arturo de los sueños de Ive, dirigía aquella partitura de todas las aguas. Alguien, tal vez otro alguien, la colocó allí, donde no debía estar, donde no podía ir, donde molestaba, desesperaba y entristecía.
El día anterior nos cruzamos de brazos. Al atardecer, ya no había nada que hacer. El tiempo había pasado con todo su mal humor.
Entonces, como música que nos evoca lo mejor, entró ella con toda su belleza y amor. Llegó como el primer rayo de luz de la semana y lo alumbró todo con vocación de permanencia. Y se sentó junto a Ive no sé dónde y, pausadamente, con todas sus musarañas, sacó su rama bendita, cuidándola como si fuera una varita de cristal. La quemó, tomó la mano de Ive y, cerrando los ojos con fe especial, con sus cenizas purificadas por el fuego, hizo una cruz gris en el suelo, que parecía que se había caído. Nos alegró cuando entró porque la queríamos y sabíamos que era de milagros. Pero cuando la vimos encender la rama, cerrar los ojos y dibujar en el suelo la cruz gris caída, sé que todos nos acongojamos por la desilusión. Toda la congoja que siente el que sabe que no se puede, que la vida no es así, que ya hemos tenido demasiadas pérdidas del alma y los cuentos de hadas pasaron hace tiempo, mucho tiempo, demasiado tiempo.
Al otro día nos despertó la luz y un azul claro que era la envidia de cualquier otro cielo. No había nubes. Todo estaba seco. El día estaba alegre y nos sonreía. La brisa noble de la mañana había levantado la cruz del suelo y se la había llevado en sus hombros. Así pasó todo el día. Ella no nos dijo que fue por ella, pero lo sabíamos. La normalidad regresó a la casa.
Y nunca la hemos dejado de querer, a ella y a todas sus musarañas.Ramón Edwin Colón Pratts
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