jueves, 1 de septiembre de 2011

Este excelente artículo fue publicado originalmente en El Bembeteo y aún se puede leer en sus "páginas". Agradezco al amigo Juan Emilio Alicea Cortés la autorización para publicarlo en este blog.

¿ESPERANZA? 
Por: Juan Alicea Cortés 

Cerca del 1977, en el pueblo de Moca, mi tío José Luis Alicea (que en paz descanse) decía que ya no había hombres de respeto como los de antes. Hombres donde su palabra era honor sin necesidad de vanos juramentos. Caballeros donde un fuerte apretón de manos y una mirada firme se convertía en sello oficial de su verbal tratado. Su riqueza era antónimo de honra, más el buen reconocimiento de su nombre era motivo de orgullo. 
Con seguro caminar y frente erguida, su confianza lo caracterizaba como columna del centro familiar. Una pausada, pero fuerte voz hacían eco de ideas simples y certeras. Su vestir manifestaba sencillez pero inspiraba admiración. Su gris cabellera reflejaba años de experiencia y sus ásperas manos, cicatrizadas por el escalpelo de la vida, testigos de ardua labor. En contraste, cabizbajos y sollozantes, nuestros jóvenes marchan sin rumbo como esperando que sus pasos los conduzcan al propósito de sus existencias. En sus manos cargan la incertidumbre y el desasosiego fundado al utilizar su pubescencia para malograr su futuro.Cuando encontramos personajes que sin vergüenza ni decoro deciden fotografiar su intimidad, en desafío a la moralidad humana, comenzamos a comprender la falta de compostura en nuestro mundo. No criticamos el derecho a la intimidad pero no aceptamos la pública expresión de grotescos ofrecimientos. Cuando estas proposiciones provienen de miembros del liderato de un país, es abrumador imaginar hacia que obscuro sendero nos encaminamos. Finalmente y luego de ser confrontado con tan vergonzosa evidencia, nuestro fotogénico delegado, involuntariamente y sin confesión dimitió sus responsabilidades. 
Con corrupto y arrogante andamiaje otros también han dejado su mal oliente huella entre los lóbregos pasillos de la casa de las leyes. Lugar de honor, convertido en nido de roedores que esperan nerviosamente apoderarse de 30 monedas de plata. Alimañas que ahora desean canjear su bochornosa historia a cambio de un listado de presuntos transgresores a los cuales una vez prometieron voto de silencio. 
¿Si estos grandes próceres de la demagogia y la bachata son nuestros dirigentes, que podemos esperar de todos los prospectos aspirantes a las riendas de nuestro país? No olvidemos que los ignorados jóvenes tendrán en sus manos las decisiones del futuro de nuestros hijos.
Lamentablemente, hoy observamos a nuestros impetuosos cachorros abrazar la idea de mostrar su ropa interior mientras sus pantalones de deslizan pidiendo a gritos un cinturón. Con ensordecedor y rustica melodía pretenden alimentar sus sentidos. En empeñada competencia por lucir sus colores desatan sus ocultos deseos con fémina delicadeza. Sin esmero procuran enriquecer sus bolsillos mientras maltratan la inocencia del grito que les dio la vida. Empedernidos en su imagen, manejan esplendorosas galeras, como distintivo de su altura y linaje. Sin experimentar sudor corpóreo, por el usufructo de sus labores, su ingenuidad y audacia es engrosada ante las gratuitas suculencias de la vida. Prontos a la ira, establecen su dominio, repudiando el dialogo y abrazando un sepulcro prematuro. 
Mas la vida no se detiene a contemplar tan vagabunda existencia y abre paso a los que deciden envolver la virtud del compromiso y esfuerzo. Futuros hombres que son forjados por iconos en nuestras familias, que no inquieren reconocimiento pero ameritan emulación.  Aún si solo quedare uno que aprecie la rectitud, la moral y la verticalidad, nuestro futuro tendrá esperanza de convertirse en la imagen de nuestros padres. Hombres en nada perfectos pero con la encomienda de representar a su patria en forma sencilla y de excelencia.