lunes, 25 de agosto de 2008

DESFACHATEZ  
Por: Ramón Edwin Colón Pratts 

Siempre le he dicho a mis hijos que existen muchos motivos para no dar una limosna, que van desde los más racionales, hasta los más fantasiosos y enrevesados. Esgrimiendo algunos hasta nos sentimos santos. Los más a la moda, los comunes, son: pide para comprar drogas, no tiene necesidad, vago, buscón, para qué pare tanto, no es cierto que tenga SIDA, ni está cojo, virado o retorcido.Existe un inmenso catálogo de excusas para no dar, y un solo motivo para hacerlo: querer compartir lo que se tiene. No hay problemas con dar, por lo que usted no tiene que racionalizar el donativo: dé y se acabó. El que lo recibe y mal usa, allá con su conciencia. Si de dinero se trata, su uso bueno o malo, es tan relativo que en ocasiones me avergüenza lo que he decidido. 
De todos modos, dando o no dando, resulta doloroso y triste ver a tantos hermanos pidiendo, casi siempre para su sustento, el que sea. Su vestimenta, gesto acre de necesitado y apariencia general, es muy particular por lo que, sin mucho esfuerzo, podemos saber quién es pordiosero genuino y quién es un farsante mentecato. El que pide, casi siempre con ruego, que es el grado más sublime de la solicitud, merece la conmiseración del que recibe el requerimiento de la dádiva. Esa mano alargada con avergonzada palma recipiente, cepillo humano, siempre sacude el alma del solicitado. 
Hay reglas básicas en la dialéctica del pedir y dar. No se puede pedir con arrogancia, ni luciendo holgado, ni imprudente. Tampoco se puede dar con coraje, sin respeto, con desprecio o indiferencia. La regla de oro es: el que pide no tiene y el que tiene, no pide. Sencillo.Para los logreros, cuando se trata de dinero, no hay trabas de clase alguna, por lo que ahora resulta que en cuanto semáforo existe, tenemos a la ventanilla del auto y tocando de puerta en puerta a un nuevo indigente mendicante, pordiosero simulado y falso, que extiende su mano de Bankers Club y en lo desvergonzado y atrevido de su pedimento pretende desplazar a nuestros auténticos mendigos. Se trata de una clase adinerada, escogida, selecta y ladrona legalizada que se denominan Asociación de Bancos de Puerto Rico, Asociación de Banca Hipotecaria y otros antojitos criollos del mismo talante. 
Estos cuatreros (hasta hace poco era pecado vivir del los intereses ya que por ética básica se vivía del trabajo propio) que esquilman al pueblo día a día, y por impago bobo les quitan sus pertenencias, autos, casas, enseres y su vida por puras razones de lucro, ahora se han convertido en los grandes defensores de sus queridos consumidores. Extendiendo su mugrosa mano en caras páginas enteras de periódicos nacionales, suplican en un llantén acéfalo, que se derogue una ley que los perjudica a ellos, y para no lucir muy bajunos y desfachatados, alegan que también afecta a sus clientes. Cuando me enteré de su reclamo, estuve llorando por horas sin poder quitarme de la mollera la pesadilla de sus necesidades y por poco me arranco la barba como Sancho. 
Según la lógica simplona, mediocre, vil y baja de los banqueros, ladrones con licencia licenciosa, la nueva ley notarial por la que se desviven y sufren, los va a llevar a la quiebra y por carambola, perjudicará tanto al consumidor que, en adelante, no habrá financiamientos. Esto traerá consecuencias apocalípticas, evidentemente, para el bolsillo de los banqueros. 
Hay dos cambios en la nueva ley. El primero, que no le duele a los banqueros, aumenta $50.00 en el otorgamiento de instrumentos sin cuantía. El segundo (da vergüenza decirlo) expresamente le prohíbe a los bancos que le roben al público y a los notarios. A los pobrecitos se les acabó el robo desfachatado (le dejaron los otros) que inflaba desmesuradamente sus pobres carteras. En adelante no serán ellos los que cobre los honorarios ajenos: los recibirán los que los trabajan. 
Señores nuevos pordioseros: ¿No creen que si la economía está tan mala, cosa que no dudo, deben dejar de cobrar las comisiones del dos por ciento que reciben por algo que nadie acaba de entender y que es otro afrentoso robo al bolsillo del consumidor? ¿Cómo es posible que un banco cobre una comisión del dos por ciento por tramitar un préstamo? ¿Es que no le es suficiente con los intereses interesados que cobran, con los seguros y los demás embelecos y estafas para engordar un préstamo?Ante su propuesta de eliminar la nueva ley que no les permite robar, propongo que por ley se elimine el cargo de las comisiones que ellos cobran porque sí y que su cobro se convierta en delito grave. Además, ya que según ellos estamos en bancarrota, les sugiero, y le pido a los nuevos y buenazos mendicantes que lo hagan voluntariamente, bajen un medio por ciento a todos sus préstamos y concedan una pequeña moratoria de un año (tan solo uno) para que el pueblo que tanto quieren le pague sus préstamos.Por último, dejen ese lloriqueo que no les luce y recuerden que ustedes carecen de uno de los requisitos del pordiosero: ustedes tienen, no sean desvergonzados.Coda: Señor Fortuno, que creo tiene su origen en fortuna, no se le ocurra escuchar a estos bandidos y cambiar la ley por el mero hecho de que su esposa y usted, siempre han vivido de los banqueros.